Mucho se ha escrito sobre el complejo de inferioridad español, concluyéndose que no hay motivos para su existencia aunque se reconozca el mismo. Stanley G. Payne, famoso hispanista nacido en Estados Unidos focaliza su origen en el siglo XVII, en lo que coinciden numerosos historiadores, entre ellos nuestra malagueña María Elvira Roca Barea. La conclusión es que el pueblo español debiera estar orgulloso de su historia, rematada con un proceso ejemplar de transición política, pero con un desafortunado proceso descentralizador que nos ha situado en un escenario territorial sumamente complicado, y de nuevo, en un estado de pesimismo nacional peligroso.

Este escenario territorial es fruto de un ´suicidio lento´ ocasionado por un proceso descentralizador inadecuado basado en los pactos políticos autonómicos, unido a una relajación excesiva de los distintos gobiernos de la nación, que han confiado en partidos nacionalistas que han demostrado una deslealtad fuera de lo común. En 1978 sobre un 91% de empadronados en Cataluña votaba a favor de la Constitución, los madrileños lo hacían en un 87%. Hoy, después de un descomunal proceso de transferencias, inigualable en el mundo, tenemos a casi la mitad de empadronados en Cataluña en contra de una norma que les ha dado prosperidad y más autogobierno. Roca Barea comenta, «el ser catalán es irrelevante. Los nacionalistas son una secta internacional». Este conflicto territorial español ha puesto sobre la mesa los gravísimos errores del proceso descentralizador y el de una clase política de españoles, empadronados en Cataluña, salpicados de multitud de casos de corrupción que les ha llevado a una ´huida hacia adelante´ para evadir responsabilidades.

A este gravísimo problema que estamos viviendo todos los españoles hay que unir el que nos están creando algunos jueces extranjeros que siguen instalados en una hispanofobia agobiante, pretendiendo dar lecciones al ´Poder judicial español´, en la creencia de que en los países del sur de Europa aún estamos faltos de una adecuada preparación jurídica, cívica, social o democrática que ellos dicen poseer. En concreto, respecto a España habría que preguntarse si aún perdura el enfoque hostil que en algunos países de Europa han tenido hacia nosotros, identificando a su ´hombre del saco´ con un español. El que fuera presidente de la Comisión Europea hasta 2014, José Manuel Durao Barroso, ya advirtió sobre el «complejo de superioridad» que muestran algunos países de la Unión Europea, advirtiendo de que puede comprometer el futuro de Europa. Hace pocos días, Jose Maria Brunet, periodista catalán, publicaba un excelente artículo en el que defiende la justicia de nuestro país frente a la de otras naciones de la Unión Europea.

Es incomprensible observar como el ´deber de colaboración´ de estos jueces extranjeros con la justicia española se ha traducido en un ´deber de obstaculización´. A la orden de extradición contra un español huido de la Justicia, que se le juzga por graves delitos en España, un juez de Bruselas encuentra problemas ´formales´ en la tramitación de las euroórdenes, y un Tribunal de una pequeña región alemana, aun desconociendo el sumario instruido en España, señala que no observa que el delito por el que se persigue a este prófugo haya existido, aunque la justicia española así lo manifieste. Por cierto, dicha región alemana fue hace años territorio danés hasta que a finales del XIX Alemania lo conquistó, existiendo desde entonces movimientos nacionalistas de tendencias independentistas. Pareciera trascender una cierta simpatía, o al menos comprensión, hacia los nacionalistas como señala José Apezarena Armiño en su artículo Puigdemont y esos jueces alemanes incompetentes. A esto hay que unir un dato relevante, el tribunal alemán olvida que su Tribunal Constitucional hace unos años dictaminaba que Baviera, especie de comunidad autónoma alemana, no tiene derecho a celebrar un referéndum de independencia porque vulneraría la Ley Fundamental de Alemania o que el Tribunal Constitucional Italiano, también hace unos años, había declarado inconstitucional la ley de la Asamblea Regional del Véneto sobre un referéndum de independencia de la región. ¿Cómo no han tenido en cuenta esto? ¿Cómo puede solicitar este tribunal alemán más violencia contra el Estado español a fin de que este claudique? ¿Cómo pueden comparar lo hechos sucedido en Cataluña con las protestas realizadas en Alemania por la ampliación del aeropuerto de Frankfurt? ¿Es que estos jueces alemanes desconocen su historia reciente?

Ese complejo de superioridad de ciertos de jueces extranjeros sobre sus colegas españoles es simplemente una prueba más de su prepotencia e incompetencia para juzgar los actos perseguidos por la justicia española, dejando una sombra de duda sobre la independencia, imparcialidad y profesionalidad de nuestro poder judicial, metiéndose en un lodazal jurídico europeo de dimensiones imprevisibles y, por supuesto, aprovechando para engañar al mundo sobre que en España no hay democracia ni libertad. Otro capítulo más de la odiosa ´leyenda negra´ sobre nuestro país, unido al complejo de inferioridad y pesimismo hispano sobre el que han escrito actualmente autores como Manuel Fernández Álvarez, Álvaro Fernández Suárez, Núñez Florencio, Enrique López o María Elvira Roca. Es necesario recuperar el prestigio de España en el mundo, y este debe ser un objetivo prioritario del nuevo gobierno. Eso sí, de vacaciones, esos jueces extranjeros, prepotentes e incompetentes, seguro que escogen España como destino.