El 29 de mayo de 1998 llovía en Vitoria. Comenzaba una serie final de la ACB entre dos equipos que buscaban su primer título liguero. El Baskonia era el gran favorito y el TDK Manresa, la víctima perfecta. Nadie creía en el equipo del entonces debutante, Luis Casimiro, a pesar de haber eliminado al Estudiantes y al Real Madrid, ganando los dos partidos en el Palacio de los Deportes de la capital. Ese día, el Manresa ganó bien, con claridad, 83 a 95, pero a pesar de todo nadie creía en ellos.

Todos los que vimos aquel partido en el Buesa Arena pensábamos que la serie seria un 3 a 1, y lo fue pero no a favor del Baskonia, sino a favor de los manresanos. Luis Casimiro en el banquillo supo guiar a un equipo liderado en la pista por Chichi Creus a una victoria histórica que se recordará para siempre.

Luis Casimiro siguió en Manresa para después volar a Cáceres. Su éxito no le valió un gran contrato en un club de campanillas. Le sirvió para seguir trabajando en la zona media de nuestra Liga. El 26 de febrero de 2004, mi camino se volvía a cruzar con Luis Casimiro. Preparando la primera Minicopa ACB, la de Ricky Rubio, para Localia TV, decidí contar con Paco Torres como comentarista y él me recomendó a los otros dos: Manu Moreno y Luis Casimiro. Recuerdo que me dijo: «Está sin equipo porque le acaban de echar de Alicante pero ganó la Liga con el Manresa». Sólo seis años después había desaparecido de los focos a pesar de la gesta realizada. Fue un acierto. Demostró una calidad profesional y humana insuperable. Y confirmó mi teoría de que en este mundo existe un cierto «clasismo». Si te apellidas Palomo y eres de Villamayor de Calatrava lo tienes más difícil que si tu apellido acaba en -ic-,-vicius- u -oz- y eres del este de Europa o de Estados Unidos.

Su historia con el Unicaja comenzó el 21 de marzo de 2012. Hizo un gran trabajo y no se fue con todo el reconocimiento que merecía, como bien recordaba el martes en este periódico en la columna «El Jugador número 13», Juan Carlos Bonilla. Fueron dos meses intensos donde cogió un equipo a la deriva y salvó la Licencia A de la Euroliga. El pago a su trabajo fue una vez más continuar trabajando, que no es poco, en la clase media de la Liga. En su lugar llegaba un glamuroso Jasmin Repesa que no mejoró el legado del manchego a pesar de tener muchas mejores condiciones.

Luis Casimiro afronta uno de los grandes retos de su carrera. Uno de los grandes de la liga, un club estable, con proyectos que pueden durar en el tiempo y con una gran afición dispuesta a dar la vida por su equipo. En su anterior etapa verde demostró que no entiende de interinidades y que toma decisiones desde el primer día más allá de lo políticamente correcto.

Llegó a Gran Canaria como un continuador del éxito de Aíto García Reneses y ha mejorado su legado y llevado a los isleños a las más altas cotas de su historia: campeón de Supercopa y plaza en Euroliga. En Málaga recoge un legado infinitamente mejor del que le tocó hace ahora seis años. Ahora sólo falta ponerse a trabajar? Suerte.