Yo me conformo con eso, de verdad. Con no hacer el ridículo en Segunda creo que los malaguistas podríamos darnos con un canto en los dientes. Después de lo que hemos pasado este año yo me conformaría con hacer un papel digno, con dar pelea. No sé si Caminero es la persona idónea o no. Quiero pensar que sí, que si alguien en el club ha pensado que vale, será por algo. Quizá me dé miedo porque García Quilón, uno de los más influyentes agentes de jugadores de España, vaya a meter mano.

Voy a renovar mi carnet, por supuesto. Aunque el mismísimo jeque se vistiera la blanquiazul el año que viene y fuera el mejor de los jugadores, renovaría mi carnet. Nosotros, los que el año pasado no pudimos ver casi ningún partido por culpa de los horarios, estaremos incluso donde no se nos espere. Quiero que el Málaga no haga el ridículo. ¡Fíjate lo que pido! No pido casi ni el ascenso, sólo pido que no tenga que salir por peteneras cuando me digan: «Ojú, cómo está el Málaga este año, chiquillo». Que yo soy de ponerme la camiseta del Málaga después de una derrota dolorosa, pero tampoco tenemos que apretarnos el cilicio sin necesidad.

Lo malo de imaginarme a Caminero y a García Quilón en La Rosaleda es que también me imagino a Jesús Gil. Sí, se me viene a la cabeza. Aquel presidente-alcalde-showman que fue. Me imagino una oficina de la inmobiliaria en los bajos del estadio y esas cosas del gilismo. A lo mejor el jeque y Gil tienen cosas en común. Ya te digo, si yo con no hacer el ridículo me conformo. Con poder ir al campo con una sensación de: «Hoy podemos hacer algo». Jugadores que corran, que no estén de vuelta y no vengan diciendo que van a hacer un favor cuando en realidad es la única puerta que les queda. No me quiero imaginar al Málaga sin competir en Segunda. Es lo que nos faltaba.