Y de pronto, llegas sin nada, al país donde podías hacer fortuna aunque tus zapatos fuesen prestados.

Algo así debió soñar Pedro Sánchez alguna vez, ser presidente del Gobierno de España, y lo es, no sabemos por cuánto tiempo pero ha visto cumplido su sueño.

Su inspiración debió ser la de aquellos emigrantes europeos que se lanzaban a conquistar un nuevo mundo al otro lado del Atlántico. Ni unos ni el otro tenían nada que perder. Los primeros dejaban atrás una Europa que no les dio ninguna oportunidad. A Sánchez tampoco se la dio las urnas ni los suyos propios que andaban al acecho de un segundo asalto.

Como aquellos que alcanzaron su sueño, Pedro Sánchez tenía que arriesgarlo todo para intentar el suyo. Poco arriesga quien poco tiene, y Sánchez políticamente jugaba su última partida. Hubo quienes, tras alcanzar tierra firme, vieron su oportunidad en el mercado negro y las mafias, Sánchez la vio en separatistas y pro etarras. Todo vale cuando el fin es atractivo y, sin duda pasar de demandante de empleo a presidente del Gobierno de España, dure lo que dure, tiene su morbo.

Para muchos de aquellos emigrantes el sueño les duró poco, su nueva posición no estaba construida con una base sólida y, lo mismo puede ocurrirle a quien sin haber ganado unas elecciones y con sólo 84 diputados pretende gobernar nuestro país. La suerte está echada, para Sánchez su peor destino a partir de ahora serán los cien mil euros que cobraría en el Consejo de Estado, además de un asistente personal y un secretario, una dotación para gastos de oficina, atenciones de carácter social y, en su caso, alquiler de inmuebles, un automóvil con chófer, escolta y seguridad y, por si fuera poco, pase libre en el transporte aéreo, marítimo y terrestre, casi nada.

Sin duda mayor incertidumbre corremos el resto de españoles y más aún cuando la situación en Cataluña, la recuperación económica en marcha, la creación de empleo, la subida del PIB y la solvencia financiera ante el exterior no hacían aconsejable emprender ninguna aventura incierta, hay mucho que perder y poco que ganar. El tiempo lo dirá, pero si algo ya está diciendo, en apenas unos días, es que la izquierda agitadora de meses atrás ya está de vacaciones, nadie se manifiesta, ni pensionistas, ni parados, ni estudiantes ni feministas y los que tenían previsto hacerlo, UGT y CCOO, ya han desconvocado las movilizaciones previstas para el 16 de junio, renunciando a lo que, si sigue Rajoy gobernando, era motivo para tomar las calles. La suerte está echada, uno ya ha alcanzado su sueño, y al resto, todos los demás, nos arriesgamos innecesariamente a perderlo.