Desde hace algo más de medio siglo, la ciudad de Marbella alberga a uno de los mejores centros de Formación Profesional de España: la Escuela de Hostelería y Turismo Bellamar. Con una trayectoria muy importante como Centro Nacional de Formación dependiente del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Aparte de otras importantes actividades, el centro ha impartido a lo largo de su fecunda historia una impresionante sucesión de cursos de Formación Profesional para el Empleo y para la obtención de los correspondientes Certificados de Profesionalidad de la Familia Profesional de Hostelería y Turismo, incluyendo prácticas obligatorias en empresas, dirigidos sobre todo a personas desempleadas. Ha sido evidente que estamos ante un singularmente eficaz centro de formación, en el que se unen la excelencia en la docencia con una nítida voluntad institucional de servicio a la sociedad.

Hace ahora 54 años, llegué a mi querida Marbella. No como hotelero, sino como un muy joven director de la sucursal marbellí de una conocida agencia de viajes malagueña, pioneros en el lanzamiento de la Costa del Sol como uno de los grandes destinos turísticos de la época: Viajes Málaga. Propiedad de la familia malagueña de los Utrera, unos modélicos empresarios a los que siempre recuerdo con gratitud y con un inmenso respeto. Era obvio entonces que en Marbella la escasez de profesionales era el principal problema al que se enfrentaban los hoteles y los establecimientos turísticos que iban abriendo sus puertas ante una fortísima y casi inesperada demanda del mejor turismo del planeta.

Recuerdo aquel anhelado momento, cuando en la primavera de 1966, en el antiguo Hotel San Nicolás el Ministerio de Trabajo inauguró la que sería la primera escuela de hostelería y turismo de Marbella. Su dirección fue confiada a un eficiente y joven funcionario del Estado especializado en formación profesional: don Leonardo Llorente, una de las figuras más destacadas del sistema español de formación profesional de aquella época. A partir de 1970 la joven escuela de Marbella llevaría el nombre del Hotel Bellamar, un espléndido hotel turístico, inaugurado en 1966, propiedad de un prestigioso empresario local, don Cristóbal Parra. Ya en los últimos tiempos de la gestión de don Leonardo al frente del Hotel-Escuela San Nicolás, éste se convertiría en el Hotel-Escuela Bellamar. Hasta el día de hoy.

La hoja de los servicios prestados por Leonardo Llorente, por sus colaboradores y después por sus sucesores a Marbella y a su pujante turismo es tan larga como densa: no sería justo no mencionar entre sus muchos méritos a la Embajada Volante Marbellí de 1968, organizada por don Leonardo junto con un grupo de hoteleros de la época con el apoyo sin fisuras del Ayuntamiento de Marbella y su alcalde, don Francisco Cantos Gallardo. Siempre agradeceré haber tenido el honor de participar en la que fue sin duda una de las más importantes acciones de promoción de la historia de la España turística. Durante el mes de octubre de 1968 recorrimos todos los países emisores de turismo de Europa. Con la ayuda de las embajadas de España y las oficinas del Ministerio de Turismo en las capitales europeas más importantes, aquellas presentaciones de Marbella tuvieron un éxito espectacular. Que hasta ahora no ha sido superado. De ello puedo dar fe.

Siendo don Leonardo Llorente uno de los principales artífices de aquella promoción, nos tenía reservada para unos días antes de la partida una lección magistral de ética profesional. En el último momento, decidió quedarse en tierra. La Embajada Volante estaba en buenas manos y él, como funcionario público, y su escuela, como institución del Estado, no disponían de un presupuesto que les permitiera participar en este viaje. Y las cuentas públicas eran sagradas. Por lo tanto, en esta foto, tomada a principios del mes de octubre de 1968 en el aeropuerto de Málaga, en la que los expedicionarios marbellíes (a los que se unió el edil del Ayuntamiento de Málaga, don Francisco Luis Medina Montoya) se disponían a subir al avión de la compañía SABENA, no pudo estar su protagonista más importante, don Leonardo Llorente.

Unos años después, el Ministerio de Trabajo le encomienda a este ejemplar funcionario la apertura y la gestión de nuevos centros de Formación Profesional en otros lugares de la geografía española. Dos factores intervienen que aconsejaron a Leonardo Llorente la permanencia en Marbella: tanto él y su familia sentían un gran afecto por la Costa del Sol malagueña. Además, importantes empresas turísticas privadas se movieron para incorporar a sus equipos directivos a aquel gran gestor. Autor del milagro de haber conseguido, en zonas muy deprimidas del interior de la provincia, formar en un tiempo récord a unos importantes colectivos de profesionales para los hoteles y restaurantes de la Costa. Colectivos que rápidamente fueron recompensados por unos empleos bien remunerados y de calidad.

Entre todas las ofertas, el maestro eligió la de Sofico, pasando a controlar unas 20.000 camas a lo largo de la Costa, con más de 1.500 empleados a sus órdenes. Unos años después, decidió el polifacético Leonardo Llorente apostar por el mundo de los puertos deportivos. El puerto de Estepona fue uno de ellos; y unos años después el flamante y espectacular Puerto Banús, uno de los ya legendarios puertos turísticos del Mediterráneo, del que llegó a ser director gerente.

Y mientras tanto el Hotel-Escuela Bellamar seguía en su camino de éxitos, en manos de otros directores: don Daniel Morote y el igualmente prestigioso don Antonio Flores Sentís. En la actualidad es doña Carmen Sánchez la directora del centro, muy en la línea de los grandes logros conseguidos por sus predecesores. No fue una casualidad el que el Hotel-Escuela Bellamar, siendo entonces su director don Antonio Flores, colaborara en sus inicios con dos escuelas de titularidad pública, La Cónsula en Málaga y La Fonda en Benalmádena. Los profesores de ambas escuelas, en su mayoría grandes profesionales marbellíes, necesitaban una formación urgente que les permitiera convertirse en buenos docentes. Confirma la excelencia de la Escuela de Hostelería y Turismo de Marbella el que estas dos jóvenes escuelas malagueñas fueran pronto consideradas por el Fondo Social Europeo como «unos de los centros de formación profesional especializados en hostelería de mayor rentabilidad social de la Unión Europea».

No es fácil de comprender. El que hace ya unos meses se anunciara desde las altas instancias de la Administración Central del Estado el aparentemente imparable cierre de una de las más prestigiosas escuelas de hostelería de España: la de Marbella. Según dicen y si Santa Marta, patrona de la hostelería, no lo remedia, será el próximo 31 de julio. Una tragedia. En el cénit de una nueva y espléndida temporada de verano en uno de los destinos turísticos más importantes y admirados del mundo: Marbella.