Dicen las estadísticas que, después del verano, se producen más divorcios que en el resto de épocas del año. No he podido encontrar si estas cifras se disparan o se encogen en año de Mundial. Desde el jueves, rueda el balón en la extensa Rusia y ha comenzado un mes intenso en el mundo del fútbol y simplemente tenso en muchos hogares de todo el planeta. Estos treinta días de fútbol en abierto (menudo reto, menuda provocación) van a poner a prueba la estabilidad de muchas parejas. Que no se malentienda este comentario como una máxima del heteropatriarcado, que también hay muchas parejas en las que él pasa de la pelota y ella es una auténtica forofa. En mi caso, los dos años de convivencia conyugal viven estos días una auténtica prueba de fuego comenzando por este fin de semana. Francia, Argentina, Alemania, Brasil... ya me dirán ustedes. De momento, ya me he escapado de una mañana de rafting para poder ver el Costa Rica - Serbia (sí, así está la cosa) y un vuelo de regreso de un fugaz viaje a las Canarias la semana próxima está estratégicamente sincronizado con el horario del España - Portugal. Imagino que mucho picaíto como el que escribe utiliza triquiñuelas semejantes y, por ejemplo, ha encajado de forma sibilina una visita familiar en la primera jornada de descanso de la cita mundialista. Porque ni Florentino, ni la movida del efímero ministro de Cultura, ni el absurdo documental de Griezmann del jueves por la noche... nada ha mitigado ni un ápice mi pedrada, la que espera ver, al menos el 80% de los partidos de este Mundial de Rusia que, repito, se emite en abierto en su totalidad. Es difícil pero es factible. De momento en la fase de grupos está todo controlado y el 15 de julio, por supuesto, también. Sin embargo, hay quienes pecan de inconsciencia y tienen la agenda marcada en rojo por otro tipo de compromisos bastante alejados del fútbol. Inconscientes aquellos que, locos de amor, programaron su boda en junio o julio de 2018, bien por descuido o porque, quizá, buscaban celebrar su enlace en la más reducida intimidad. E inconscientes aquellos que dijeron que sí, que podían ir a esos enlaces sin pararse un segundo, respirar hondo, y golpear a la escuadra la consigna exculpatoria: «Lo siento, me toca trabajar». A todos ellos, mi ánimo y mi número de móvil, que yo les cuento cómo quedan los partidos. Australia - Perú en unos diez días, no puedo esperar.