Las imposibles obras del metro nos dan para reflexionar en torno al tráfico en la ciudad. La terrible ejecución de las obras de la plaza de la Merced dan que pensar que la ciudad va pidiendo una descongestión. El cierre temporal de la Alameda al tráfico rodado nos ha pillado con el paso cambiado pero también nos sirve para darnos cuenta de que, quizá, tenemos que ir empezando a evitar según qué zonas. En esta ciudad, que somos más de obras estéticas que transformadoras, podríamos echarle un par y decidir que el tráfico debería empezar a tomar la deriva de las grandes ciudades. El faraónico proyecto de la Calle 30 de Madrid podría reconvertir, a otra escala, una ciudad como la nuestra. El Parque, la Alameda y la avenida de Andalucía serían, juntas, una gran vértebra en forma de boulevard que transformaría la ciudad.

Es cuestión de ver las cosas en perspectiva de futuro. Crear esa gran T que uniría La Malagueta con la Comisaría Provincial y Ciudad Jardín con el Centro. Una ciudad vivible para malagueños y turistas, una ciudad con un pulmón que sirva de unión en lo que hoy es una cicatriz. Seguro que las dos aceras de la avenida de Andalucía parecerían más cercanas si no hubiese que cruzar todos esos carriles de asfalto; seguro que las dos orillas del río no serían una cicatriz si pudiéramos vivir sobre ellas. Se trata de apostar, de creer, de tener claro que Málaga necesita una reforma estructural frente a los parches coyunturales. Apostar por la gran T de Málaga sería un paso hacia una ciudad de futuro en la que cabrían nuevas formas de transporte por delante del privado. Yo, de cuando en cuando, sueño con una Málaga mejor.