Me entero de que este año llevan a Madrid a la cantante israelí que ganó Eurovisión, la chica gallina, la señora Netta, como una de las divas del día del Orgullo LGTBI. Seguro que es un orgullo tenerla subida a la carroza mientras la regordeta triunfadora, con su cara de pan y sus ojillos de chinita feliz, mueve sus brazos como una clueca y hace las delicias del respetable mariconeo. Pero yo tengo mis prejuicios. Así que, saltando por encima de todo, uno orgullo y prejuicio, como hiciera Jane Austen en 1813 iniciando su famosa novela con el ya clásico «Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa». Y no sé por qué, pero no me gusta esta desparramada y hueca chica de música tan estúpida y demencial. Quizá por el prejuicio de tener cerca el soplo cómplice de un criminal consentido como Benjamín Netanyahu al que no soporto y al que le importa una mierda la sistemática masacre de los palestinos -por supuesto que condeno los actos terroristas que cometan quienes los comentan al margen de las razones que puedan dar- al frente de un Gobierno impune, al que no trago. No sé si algún día superaré el orgullo con que se mueven por el mundo los gobernantes israelíes y domaré mi prejuicio contra ellos. A lo que voy, que se me va la pinza como a Celia Villalobos en cuanto ve por la lontananza una cámara de La Sexta, qué mujer, qué brío, que arranque de ovarios en viendo que el chollo se le va cortando poquito a poquito, y que el Candy Crush que la acompañará hasta la tumba como se marca a los burros para reconocerlos tendrá que jugarlo en casa y no en los escaños del Congreso que le pagamos todos. Hala, bonita, búscate la vida de tertuliana bocazas, de provocadora profesional a lo Aída Nízar, de ordinaria completa a lo Carmen Gaona en los infames platós de Telecinco, pero no abochornes con lecciones de integridad y decencia política defendiendo a un partido, tu partido, partido por el acre olor de la descomposición que emana de la rampante corrupción que os define. Orgullo, el suyo, frente a mi prejuicio, que está por las nubes, malagueña salerosa.

El cura multado

Movistar + comienza la semana que entra, con orgulloso aplomo, Días de orgullo, una programación especial para celebrar la fiesta LGTBIQ que se desarrollará desde el 28, jueves, a la primera semana de julio. Incluye un debate presentado por Paula Vázquez en el que participarán los profesores de Fama a bailar para analizar el papel del cine y la televisión en la normalización y la visibilidad de las personas que viven su condición sexual sin importar el número, grande o pequeño, de personas que lo compartan. En el Gobierno de Pedro Sánchez, para poner un ejemplo clamoroso, que llena de orgullo a la mayoría de los ciudadanos, hay ministros homosexuales -incluso el de Interior, el guapo Fernando Grande-Marlaska, con marido-, y los pilares de la patria no sólo no se han caído sino que ni viento a ras de suelo han provocado, algo impensable hace sólo unos años. En las cadenas generalistas españolas apenas hay casos de rechazo de manera flagrante contra las diferentes opciones sexuales, y tampoco es extraña esa normalización y visibilidad en formatos populares del tipo First dates o ¿Quién quiere casarse con mi hijo? -Cuatro-, trato normalizado que alcanza incluso a insulsas citas como Bailando con las estrellas, en La 1, donde la presentadora, Rocío Muñoz, se interesaba por los preparativos de la boda de Pelayo Díaz con su chico. Y cuando se saca la pata del tiesto, zas, llega la CNMC, Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, y planta al canal cristiano Revelation TV, británico con sede en España, una multa de 6.000 euros por las soflamas contra los niños y niñas transexuales de un pastor con boca de chancla. Tus prejuicios, curilla asilvestrado, sometidos al orgullo de quien vela por el respeto al diferente.

Gente maravillosa

Creo que Supervivientes ha echado al fin el candado a la zahúrda clausurando de verdad el plató por donde los purines campaban a sus anchas. Creo también que prolongar la vida de esta mamarrachada que hace audiencias estratosféricas, entrando en matices y más matices, ha agotado a su iglesia, que aburrida abandonó a la sardesca ganadora, la señora Sofía Suescun, y a las otras yerbas de esta ceremonia de verdad alucinógena. Puede presumir Telecinco de orgullo con Supervivientes, sin duda, pero también el que escribe de reivindicar los prejuicios conocidos y los que haya por conocer para echarse atrás una vez más al enterarse de que el mismísimo Jorge Javier Vázquez, pantalón bajado, ofreció su culo como otras su himen si con ello se araña unas décimas de más en el cómputo de las audiencias. De nuevo, entre jiji jaja, el maestro Joao analizó dos nuevos jamones, los de Jorgeja. La imagen del presentador, de espaldas a cámara, con el pantalón por los suelos, los calzoncillos caídos, y el cachondo y espabilado farsante, justo a la altura del ojete, trasteando los glúteos, es de un patetismo hilarante que no habla ni bien ni mal de la cadena, una empresa que sólo quiere ganar dinero a espuertas, sino de una audiencia que consume semejante producto. En la otra cara de la moneda, Gente maravillosa, el doblete televisivo de la pizpireta Toñi Moreno en Canal Sur. En la entrega del jueves una niña sale en defensa de otra con dos papás, algo que al cebo de esta historia, a la tercera niña que ejerce un personaje homofóbico, le parece que no es normal porque una familia es «un padre, una madre y los niños». La cría defensora de los papás gais y de su compañera termina llorando de impotencia y preguntando que a quién le importa que esta familia sea así. Este Gente maravillosa, programa de cámara oculta que pone en valor lo mejor de la condición humana, sí que es un orgullo sin paliativos. Incluso con el prejuicio que tengo de echar mano de niños para programas de televisión.

La guinda

Adiós, esbirro

Creo no recordar a otro presidente de RTVE tan servil al Gobierno y al PP, tan insensible ante las demandas de imparcialidad, y tan chulo, que nunca ocultó su predilección política por el PP como José Antonio Sánchez, que el viernes dejó el cargo. Deja un legado de ruina y falta de credibilidad en la tele pública como hacía tiempo no ocurría. El nuevo Gobierno ha de poner freno, ya, al desmán.