A Jean Daniel, el ´gran señor´ del periodismo galo, le preocupa profundamente lo que sucede actualmente en una Europa que parece no haber escarmentado.

Nacido en Argelia en el seno de una familia judía, Daniel ha conocido y escrito sobre prácticamente todos los grandes acontecimientos y catástrofes del siglo XX, «siglo de extremos», que lo llamó Eric Hobsbawm.

Próximo a cumplir a su vez el siglo de vida, escritor y analista político infatigable, acaba de publicar en el semanario L´OBS (antes Le Nouvel Observateur), que fundó en 1964 con André Gorz, un artículo que rezuma el más profundo pesimismo.

Lleva el título de ´Pavana para una Europa difunta´, en alusión al de la conocida composición de Ravel y en él expresa Daniel el dolor que le produce ver cómo retornan, aunque sea bajo nuevos ropajes, los fantasmas de un pasado que creíamos desterrado para siempre del suelo europeo

Refiriéndose a la formación del nuevo gobierno de coalición en Italia, escribe: «Los señores Salvini y Di Maio (líderes de la Lega y el movimiento Cinco Estrellas) marchan sobre Roma para aplicar allí su programa xenófobo y antieuropeo».

«Es verdad, añade, que ya no marchan a paso de ganso», como en su día los nazis, pero «están de nuevo en el Gobierno. Y esa colusión de populismo y nacionalismo que vemos crecer también en Hungría y Polonia puede, hoy como ayer, acabar en conflicto».

Daniel ve cómo frente a lo que él llama «el crepúsculo de Europa» avanza la gran potencia asiática, que se presenta a un mismo tiempo «como el gran misterio y la inquietante solución de los problemas de este mundo».

«He ahí a China rendida a su vocación imperial. Apostando por la inmensidad y el mero número, se propaga con el único objetivo de reinar, sin proselitismos ni visión mesiánica alguna. La grandeza de esa civilización que es un mundo se basta a sí misma».

Y agrega Daniel, refiriéndose a lo que sucede en Europa: «Frente a esa ascensión inexorable, esos payasos que se pretenden herederos de Mussolini y de Hitler carecen de imaginación y de medios».

«¿No entienden que sus odiosas locuras son de otro tiempo. Mejor harían en tener en cuenta que el eje del mundo se ha desplazado», advierte Daniel, quien salva, sin embargo, a Angela Merkel, «la más digna de los dirigentes europeos», la única en entender lo que sucede.

Merkel, escribe, «se preocupa de China. Sencillamente porque ese milenario imperio da la espalda en su soberbia a un valor fundamental de Occidente: la libertad de conciencia, de expresión y de movimiento, que los europeos hemos aprendido a anteponer a la razón de Estado».

China, habría que añadir por cuenta propia, se ha convertido en efecto en el mayor desafío político, económico e ideológico a lo que llamamos el ´orden mundial liberal´. Y ello sin necesidad de recurrir, a diferencia de otros, a costosas aventuras militares.