Muchas buenas palabras pero pocas medidas

Como es sabido, el pasado 14 de junio un hombre de 50 años, vecino de Cornellà de Llobregat, se suicidó arrojándose al vacío desde la ventana del piso 10º cuando la comitiva judicial iba a desahuciarle por impago del alquiler.

Que después de tantos suicidios por desahucios siga ocurriendo esto, me parece delirante. No debemos ni podemos permitir que se siga violando el derecho a la vivienda en España. Muchas buenas palabras pero pocas medidas. La crisis de vivienda sigue dejando desamparadas a miles de personas, incluso las que se encuentran en situación especial de vulnerabilidad como víctimas de violencia de género, personas mayores o personas con discapacidad. Nuestra Constitución necesita una reforma que blinde los derechos humanos y los proteja de los vaivenes políticos. En el artículo 53 de dicha Constitución, por ejemplo, se establece unos derechos «de primera» como el derecho a la vida o a la libertad, que cuando son vulnerados pueden ser reclamados ante los tribunales, y unos derechos «de segunda», como el derecho a la vivienda o la salud, que si se vulnera no tienen estas garantías. ¿El régimen jurídico no debería ser igual para todos los derechos? ¿Por qué se nos engaña con esta estafa de estado?

Pedimos al nuevo Gobierno y a los partidos políticos que promuevan ya una reforma constitucional que garantice la máxima protección de los derechos humanos. Una reforma que, como cita Amnistía Internacional en su último informe, mejore las garantías de protección de los derechos económicos, sociales y culturales, equiparándolas a las que tienen los derechos civiles y políticos..

Maite García RomeroMálaga