Aunque la herencia de Rajoy tenga, como todas, activo y pasivo, difícilmente se puede negar el formidable activo de haber contribuido a que el número de cotizantes a la Seguridad Social haya regresado a nivel anterior a la crisis. Es una herencia estupenda para el nuevo Gobierno, pero que supone también la carga de administrarla para que no se deteriore. Esto no será fácil, pues ya ha comenzado la presión de los aliados del PSOE para emprender la senda del aumento del gasto público dando por supuestas tres cosas: que habrá modo de financiarlo, que no será un freno para la economía sino todo lo contrario y que será bendecida por la UE. Encima queda todavía mucho para las elecciones (si Sánchez cumple su anuncio), por lo que el riesgo de dilapidar la herencia y, si vuelve a aumentar el paro, ponerle en bandeja a la derecha el regreso al poder es considerable. Así que muchísimo cuidadín.