Estamos cambiando

España ya no es la misma porque los españoles ya dudamos de si la Constitución del 78 fue lo mejor que votamos y que garantizaba una transición sin problemas para olvidar definitivamente el pasado y mirar hacia adelante que, a groso modo, es lo que en ella se quería referenciar, y en realidad es lo que todos deseábamos.

Algo lejos el golpe de Franco a la República Española, con su aún «atado y bien atado», la madurez ciudadana ya evita los miedos a aquella atrocidad, debatiendo los muy bien estudiados artículos de los «padres» de la Carta Magna, que blindan a la Monarquía en la figura del ahora Rey emérito D. Juan Carlos I, con la unidad indivisible de España, por aquello de evitar que cualquiera de sus luego 17 autonomías pudiesen plantearse su separación del Estado Español.

Veíamos muy lejana tal posibilidad, entendiendo que cada cual debía ser mutuamente solidario a la hora del «reparto» de nuestros impuestos, fiándonos de que la transición iba a ser el único modo de pasar hoja.

Unión de Centro Democrático, Alianza Popular y luego el Partido Popular, en alternancia con el PSOE, han gobernado España con mayorías y apoyos puntuales de otras fuerzas políticas, pero la corrupción del PP, PSOE y CIU, han truncado esa aparente «paz», echándose todos los trastos a la cabeza, denunciándose mutuamente, en beneficio de Cs, Podemos y ERC.

Tales judicializaciones, vinculando a la Casa Real, junto a las del independentismo catalán, han dado al traste con ese «sosiego» democrático, despertando a Euskadi y el «a por ellos» del nacionalismo nostálgico español.

El ahora presidente del Gobierno español, D. Pedro Sánchez del PSOE, gobierna mediante los apoyos que le permitieron ganar la moción de censura que echó a Rajoy, y en su discurso quiere volver las cosas «a su sitio» agotando los dos años restantes de legislatura, debiendo dar lugar al diálogo catalán deseado, en el que Soraya S. de S. fracasó estrepitosamente.

Lluís Vinuesa Serrate. Málaga