El mes de julio es, ¡ay!, bueno para los golpes de Estado pero malo para las noticias. Puede parecer un poco paradójico que sea así pero lo cierto es que, en espera del diálogo a celebrar entre Sánchez y Torra a cuenta del golpe soberanista fallido, los diarios muestran portadas tirando a anodinas. Una vez terminada la participación de la Roja en el mundial del fútbol de Rusia, y agotados los enfoques estadísticos acerca de cuántos balones le tiraron al portero De Gea terminando en gol (casi todos), el interés declina. Sólo queda la duda de quién ganará el campeonato ahora que tampoco está Alemania en la fase final.

¿Qué publicar, entonces? Vaya problema€ Las primarias del Partido Popular, la verdad, no dan ni para mucho suspense ni para grandes reportajes porque si Cospedal y Santamaría van a sacarse los ojos o se los van a sacar, al alimón, al tercero en discordia para un guion de lucha libre mejicana con el enmascarado de plata por medio. Que lleguen barcos de emigrantes rescatados a un puerto de la península ha dejado por supuesto de ser noticia una vez satisfecho el buenismo. Y si el tiburón de Cabrera es uno de los blancos o no sirve sólo para un par de días. Así que no hay más remedio que seguirles los pasos a los políticos catalanes presos en su romería hacia casa, que es donde a todas luces terminarán por llegar. Y mejor así, que la cofradía del santo reproche ya cansa.

En realidad este mes de julio es el mismo que el de todos los años, en espera, quizá, de si trasladan los restos mortales de Franco de una vez por todas. Pero eso no interesa a nadie que tenga menos de sesenta o setenta años, es decir, no interesa a nadie, sin más. Porque los que somos setentones nos hemos topado con una noticia aún más jugosa dentro del mismo contexto: la de la filtración de que De Gaulle, cuando se reunió hace medio siglo con Franco, creyó que le habían llevado una momia en vez del generalísimo verdadero. En aquellos tiempos no cabía hablar de clones; todo lo más de reliquias incorruptas que, bien mirado, vienen a ser lo mismo. Del brazo de Santa Teresa a los Elvis Presley salidos del formol no hay más distancia que la que va de la fe religiosa a la civil. Dicen que Franco, en el lecho de muerte, reclamó el brazo de la santa, o quizá se lo llevasen sus allegados; igual se trataba de irse entrenando.

Si yo fuese el presidente del Gobierno haría que exhumasen a Franco el 9 de julio, coincidiendo con la minicumbre de la visita del miniyó, perdón, del otro presidente, Torra, a la Moncloa. De esa forma el día diez tendríamos una selección de portadas a la carta, a gusto del consumidor.

Para mí que es todo lo que cabe esperar de este primer mes del verano en cuanto a noticias que echarnos a las meninges. Cómo estará el patio que ya se le da crédito informativo hasta a esa señora que dice que es Maradona, ofreciéndose como seleccionador.