En el duro encontronazo de hace meses entre Estado y Generalitat ha habido más civilidad de fondo de la que parece. No se han registrado víctimas, golpes aparte. Tampoco el menor enfrentamiento entre gente armada. La ley se ha violado, pero se ha repuesto. Con jefes secesionistas en la cárcel, la calle ha respondido de forma contenida. Este cuadro es una condición de posibilidad del encuentro de hoy. Otra es que han cambiado los actores. Puigdemont será tal vez ventrílocuo de Torra, pero no es lo mismo. En cuanto a Rajoy, ha sido sacado de la escena por el sistema-España, que no es sólo españolismo. Aunque el pretexto haya sido la corrupción, a Sánchez lo llevan a Moncloa los partidarios del diálogo: Podemos, PNV, Esquerra. En fin, queda mucho, pero a veces se diría que en la escena española manda una inteligencia colectiva que está por encima de actores, guionista y director.