Aparte de artefacto misterioso, y un símbolo ambiguo, la corbata es para cualquier varón normal una grave molestia. Algunos tenemos particular sensibilidad sobre el asunto, y tratamos de defendernos de su presión y opresión al cerrar el lazo usando cuellos holgados, aunque dejen la sensación de reciente delgadez y el aumento de talla haga que los puños sobresalgan mucho. Ahora da la razón al tipo de maniáticos al que pertenezco un estudio de investigadores sanitarios alemanes, al señalar que la presión del lazo sobre la yugular reduce la oxigenación del cerebro, algo que uno notaba de inmediato al apretar el nudo, pero nadie se acababa de creer. Una vez verificado que se trataba de un ahorcamiento de pequeña intensidad y a plazos, ningún dependiente de la sección de camisas me hará renunciar jamás, por muchas caras que ponga, a mis firmes convicciones de siempre al respecto.