El jueves, Mónica, una niña de 5 años quedó atrapada /suspendida/ fuera del balcón de sus casa en un octavo piso en el Pasaje Virgen de Belén. En Málaga. Estuvo allí un buen rato. Llegaron los bomberos. Los bomberos de Málaga, tan faltos de medios, tan poco reconocidos por las autoridades locales, llegaron, desplegaron su macro escalera y la rescataron. Todo quedó en un susto. Para unos más que para otros.

La madre de la pequeña dice que todo fue un malentendido, que la niña tenía que salir del domicilio junto a sus hermanos pero que se quedó rezagada. Dentro de veinte años Mónica será ingeniera o concejala, policía, comerciante, ministra o quién sabe qué. Su vida habrá continuado; habrá continuado porque el jueves su vida le hizo un quiebro a la parca, a la fatalidad, a la muerte. No está viva de milagro. Está viva gracias a los bomberos. Seguramente también gracias a su temple. A veces tomamos a los niños por tontos y tienen, en su desafiar a la vida, una mayor inteligencia para vivir. O no, quién sabe. Vivir es sobrevivir.

Lo que nos pasa mientras nos empeñamos en seguir haciendo males. O planes. O flanes. La vida, la cotidianeidad está llena de contingencias, casualidades. Estamos vivos de chiripa. Quién sabe si una decisión banal, cruzar o no la calle, ir por aquí o por allá, asistir a un acto o no, entrar en este bar a desayunar o en este otro puede determinar qué tragedia o alegría nos va a suceder. Qué hubiera pasado si en vez de esta carrera hubiera escogido la otra, qué si en lugar de con mi coche hubiéramos ido con el tuyo. Por qué no compraría aquella vez Lotería. La vida es una sucesión de caminos que se bifurcan. De universos paralelos. Dios jugando a los dados, parafraseando a Einstein. O el mono con la ballesta, para decirlo menos finamente. Sin esperanza se encuentra lo inesperado. Nunca esperes nada de nadie y así todo te vendrá por añadidura, dice la Biblia. El azar sólo favorece a quien sabe cortejarlo. La casualidad es la providencia de los imbéciles, nos dejó dicho Leon Bloy, del que no me resisto a dar su cita más genial: «Cuando quiero enterarme de las últimas noticias leo el Apocalipsis».

Una niña no muere, podría ser el titular de lo que comentábamos al principio. Un titular feliz, raro, que no se escribe pero que nos reconcilia con el azar y la eficacia y el cumplimiento del deber. Es imbatible la buena suerte aliada con la profesionalidad. Mónica en los telediarios. Un breve en la sección de (no) sucesos. Algo rápido para dar más minutos a sesudas noticias de políticos obesos u obsesos. O nacionalistas. La vida late en esa noticia sin embargo. En ese detalle. La vida continúa para Mónica. Hoy hay otras Mónicas en el mundo que tendrán peor suerte. Morirán. Usted tal vez lo vea en la tele con desgana mientras descapulla una botella o mira el Twitter o piensa en que tiene que madrugar.