La UE es la enemiga

Tiene razón Trump al declarar a la UE enemiga suya. Y a mucha honra nuestra. Porque, incluso por defensa propia, nos oponemos a quien se enorgullece de poder impunemente separar a los hijos de sus padres, violar a las mujeres, matar a capricho en la calle 42 de Nueva York, hacer pagar a sus víctimas los muros que impedirán entrar en su país a los pueblos cuyos capitales han sido saqueados por sus cómplices y que encima amenaza con guerras sin límites y bombardea a los rebeldes a su tiranía.

No somos, por el contrario, enemigos del conjunto del pueblo norteamericano que, aunque seducido en parte por una obsesiva propaganda engañosa, fomentada incluso por quienes quieren hundirlo, como Rusia, se ha negado mayoritariamente a votar a Trump, obteniendo más de ocho millones de votos más sus oponentes, aunque -como en otros lugares- una torcida ley electoral le haya permitido gobernar a ese, como ya estamos sufriendo, peligrosísimo machista, racista y supremacista Trump.

Javier Sanz RidruejoMálaga

No todas somos radicales

Cada vez es más raro ver a detractores del feminismo hegemónico en televisión, las feministas radicales de la tercera ola caminan libres sin ningún tipo de oposición en los medios de comunicación, dado que ningún periodista querría finalizar su carrera prematuramente debido a que su imagen ha sido manchada con la marca del machismo. Y con este panorama las mentiras campan libremente, como la de la brecha salarial, tema sobre el cual las feministas hegemónicas siempre olvidan mencionar que hombres y mujeres no tienen los mismos gustos ni eligen las mismas profesiones. La inclinación biológica de la mujer por carreras relacionadas con el cuidado, la salud, el arte o las humanidades se traduce en un menor salario al ser estas carreras las que menos capital producen.

También afecta a la «brecha salarial» la cantidad de horas que las mujeres dedican a la maternidad, horas que no forman parte de la jornada laboral.

Quizás si la justicia dejase de darle, de forma absolutamente sesgada, la custodia de los niños a las madres divorciadas, estas tendrían tiempo para dedicarse a su empleo y la brecha salarial disminuiría sin duda.

Citando a la gran científica y mujer Marie Curie, recordemos que dijo: «Nunca he creído que por ser mujer deba tener tratos especiales, de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres y no soy inferior a ninguno de ellos».

Cristina Castro EscuderoTorrejón de Ardoz