El espeto de sardinas

Desde que tengo uso de razón, he comido espetos de sardinas. En las playas de la Malagueta, Misericordia, Huelin, Peñón del Cuervo, Playa el Chanquete, en Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola, Torre del Mar, Nerja, Motril, Marbella, Manilva y una larga fila de pueblos costeros que me sería interminable. De niño comía pan con sardinas, de viejo sardinas con pan. Se va a proponer que la sardina sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y yo pregunto, entonces, ¿cómo me como la sardina si no la cojo con los dedos? Hasta ahí todo me parece normal, fotografías del alcalde de Torremolinos, delegados provinciales, concejales de izquierda y derecha y todos los agregados. Que el espeto de sardinas está buenísimo, eso lo sabe hasta un finlandés. ¿Que unos padres con cuatro hijos van a la playa y piden seis espetos de sardinas? Que pidan varias gaseosas y mucho pan, porque quizás no hay presupuesto para más. De todos/as los que han ido a comer sardinas y santificarlas, ¿alguno/a se ha preocupado de saber cuánto se le paga al espetero y si está cotizando a la Seguridad Social (asegurado) y qué tal se pasa a 50° junto a troncos ardiendo? Mientras se hace este rico manjar, que normalmente se come con los dedos. Aunque alguno para presumir de lo que no saben se lo comen con tenedor y cuchillo de pala. Con todo mi sentimiento y cariño a los espeteros que he conocido en Torremolinos y Benalmádena, que viven en un espacio del paraíso con menos calor y exentos de quemaduras y que los pobrecitos han muerto más pobres que el hambre haciendo ricos a otros.

Bartolomé FloridoMálaga