En 1989 el equipo de trabajo liderado por el doctor Manuel Martínez Moya y su embrióloga Carmen Segura, conseguía marcar un hito en el ámbito de la medicina reproductiva malagueña con el nacimiento de la primera niña concebida por Fecundación In Vitro, hecho que convirtió a la Unidad de Reproducción del Centro Gutenberg también en la primera clínica de nuestra provincia en conseguirlo.

Lorena vino al mundo un dieciocho de noviembre de 1989, hace ahora 29 años y se convirtió en el tercer bebé concebido por esta técnica en Andalucía. Hoy Lorena es madre y desde entonces son numerosos los casos de éxito que se han venido registrando en nuestra unidad.

Detrás de cada uno de estos milagros, siempre hay una mujer, un hombre, los padres al fin, con el sueño perseverante, lleno de esperanza ciega, de fe, de confianza, en el equipo médico, dispuestos a cualquier cosa con tal de cumplir con el sueño de su maternidad.

Este año 2018, cuando la primera niña probeta del mundo Louise Brown cumple 40 años, han sido muchos los cambios y constante la evolución en los tratamientos de reproducción asistida. Ya son más de ocho millones de niños los nacidos en todo el mundo gracias a la fecundación in vitro desde 1978, y España a nivel europeo, es el país que más nacimientos aporta, según los registros presentados en el último congreso europeo sobre medicina reproductiva (ESHRE) realizado entre el 1 y 4 de julio último en la ciudad de Barcelona. En España, en el año 2015, el 3.8% de los recién nacidos fue gracias a la fecundación in vitro (Registro SEF 2015), es decir, 15.992 niños y niñas, cifra que aumenta cada año.

En las ultimas cuatro décadas los avances en reproducción asistida han sido constantes, lo que se ha traducido en mejores resultados y menos complicaciones. Entre dichas mejoras cabe destacar:

El desarrollo en los medicamentos utilizados en la estimulación de los ovarios, estimulación que es necesaria para mejorar la eficiencia de los tratamientos.

Los avances en el laboratorio de FIV como la microinyección espermática (ICSI), que fue una solución a los problemas masculinos severos.

La mejora en las condiciones de cultivo embrionario, lo que facilita el desarrollo de los embriones in vitro y su mejor observación (por ejemplo el time lapse).

La técnica de congelación por vitrificación, que mejoró la tasa de supervivencia de ovocitos y embriones post congelación de menos de un 50% a la cifra de hoy, que supera el 90% de sobrevida después de la descongelación. Esto abrió las puertas a la posibilidad de preservar la fertilidad de la mujer mediante la vitrificación de sus ovocitos en mujeres que desean retrasar su maternidad, ya sea por causas médicas u oncológicas y sociales.

El diagnóstico genético preimplantacional (DGP) de los embriones que ha supuesto un mejor pronostico en parejas con problemas de aborto de repetición, en mujeres mayores de 38 años y en parejas portadoras de enfermedades monogénicas recesivas. Hoy con el DGP y los tests de compatibilidad genética se puede evitar la aparición de muchas enfermedades genéticas graves en la descendencia.

Todo esto se ha traducido en mejores resultados, es decir, mejores tasas de recién nacidos y en tratamientos cada vez más seguros. Esto permite por ejemplo disminuir el numero de embriones por transferencia -hoy la tendencia es transferir solo un embrión- y así disminuir el riesgo de embarazo múltiple sin bajar los resultados en las tasas de embarazo. El resultado es un embarazo evolutivo con mayores posibilidades de terminar con un niño sano en casa. Hace 40 años la posibilidad de embarazo era casi anecdótica, hoy podemos decir fácilmente que las posibilidades de conseguir un embarazo son superiores al 90%.

La reproducción asistida también ha tenido que adaptarse a una nueva sociedad y a las transformaciones propias de ésta con el paso del tiempo. Hoy enfrentamos el retraso en la búsqueda de la maternidad por razones profesionales o laborales y sus consecuencias, lo que lleva a un aumento de la edad de la mujer a la hora de buscar un embarazo. Además, existe una sobrevaloración de los resultados de las técnicas de reproducción asistida. Todo esto hace imprescindible planificar políticas educativas a la población general, por sus efectos en la pirámide poblacional, el envejecimiento de la población y el menor recambio generacional.

Por otro lado, han aparecido nuevos modelos familiares como las parejas de lesbianas o mujeres sin pareja con un fuerte deseo de ser madres, demanda a la que los profesionales de la salud debemos dar una respuesta responsable, coordinada, segura y en consenso con toda la sociedad.

Ha llovido mucho desde 1978 y se vislumbran cambios científicos «torrenciales» en el mundo de la medicina reproductiva, desde el punto de vista genético, biológico y molecular, en los laboratorios de FIV, etc. Para estos cambios debemos estar preparados no solo nosotros como profesionales de la salud si no toda la sociedad, ya que es la responsabilidad es de todos y así debe asumirse.

*El doctor Álvarez es director médico de la URE del Centro Gutenberg