Estando en el último estirón del mes de julio, con las trimestrales sangrantes puestas en bandeja y marcando en el calendario los días que quedan para que nos podamos ir a la playa a que nos machaquen el tímpano con reguetón del bueno, lo que menos se podía esperar uno es que Málaga Ahora sacara un informe denunciando la connivencia del poder terrenal y las cofradías de Málaga, colocando - como no - a Paco de la Torre como el bruñidor de una red clientelar con el fin de garantizar su permanencia en el poder per secula seculorum.

Un informe más como el que han presentado y arrojo por la ventana la escarapela revolucionaria, renuncio al credo afrancesado y me apunto de penitente donde más me duela.

Desde la distancia y desde la crítica de lo criticable (y en eso, voy de la mano de muchos fieles y de casi todos los cofrades que conozco) resumir la vida cofrade a un Monopoly de casas hermandades o a un Domund a la inversa es ignorar una realidad que, guste o no guste, ahí está: las colas para atender a quienes lo han necesitado y necesitan, sin mirar origen ni credo, son mucho más brillantes, si se quieren ver, que los mantos o las bandas; que los barrios hacen vida y mucha en torno a las cofradías, y que esas casas hermandades lo son trescientos sesenta y cinco días al año arraigando a habitantes y entorno. Que hay más ayudita callada que verbena, y más arrimar claveles que fiestas de ático con vistas a la Alcazaba.

Igual lo que molestan son las formas, y preferirían que los Hermanos Mayores procedieran a meterse por la cara en el edificio que más les convenga y posteriormente organizar su bendición como Casa Hermandad, yo qué sé. Todo es proponerlo e ir montando la cartelería: «Okupación, Triduo y Besamanos, próximo sábado a las 20.00. Nihil Obstat».