En el marco de las actuaciones que el Servicio Andaluz de Empleo ofrece a la ciudadanía para mejorar su empleabilidad y la consecución de un trabajo se enmarcan las llamadas Acciones Experimentales de Empleo, dirigidas a los colectivos con mayores dificultades para acceder al mercado de trabajo.

Para favorecer la inserción laboral, el programa abarca amplios y diferentes campos de acción en lo que respecta a la intervención con la persona desempleada: información, orientación, asesoramiento, formación e intermediación laboral o contacto con empresas.

En muchos casos, basta con un simple empujón para conseguir la inserción laboral, se trata de «empoderar a la persona» y ayudarle a superar la inseguridad generada por las experiencias vividas. En otras ocasiones, hay que ponerla en contacto con el mercado laboral actual y concienciarle de todo el potencial que esconde su persona. Por desgracia, en otros muchos casos, nuestro trabajo conlleva una misión más profunda que implica un apoyo psicológico importante, a través del cual la persona se sienta capacitada para adquirir nuevas fortalezas, aprendizajes olvidados, conseguir habilidades para poder ponerse en marcha en la ardua tarea de encontrar trabajo.

Un aspecto fundamental en todo este proceso es conseguir el equilibrio perfecto entre persona desempleada y técnica de empleo. Debemos ser su apoyo y referente fomentando en todo momento su nivel de autonomía para conseguir su inserción laboral.

A pesar de las dificultades que conlleva tanto para la persona desempleada como para el profesional de la orientación, el programa resulta muy gratificante, donde todo esfuerzo se ve ampliamente recompensado. No obstante, hay cuestiones a mejorar, como el carácter efímero de este tipo de programas, que no ayuda a que los logros adquiridos durante el desarrollo de los mismos se conviertan en rutinas productivas o que puedan beneficiarse el mayor número posible de personas.

Las entidades sociales nos enfrentamos al difícil reto de consecución de objetivos, como lograr que el 35 por ciento de las personas atendidas logren una inserción de al menos 6 meses a jornada completa en un período de 12 meses. Un planteamiento que teniendo en cuenta la precariedad laboral y la reforma laboral vigente se antoja alejado de la realidad del mercado. Los distintos estamentos políticos deberían diseñar medidas de apoyo y refuerzo hacia los actores sociales integrados en el Tercer Sector y en la Economía Social, somos un aliado necesario y fundamental, una herramienta eficaz para intervenir positivamente y dar solución a situaciones de gravedad social.

Desde la Asociación Arrabal-AID animamos a los diferentes agentes a que apuesten por la inclusión de personas con dificultades de acceso al mercado laboral, que provoquen los cambios necesarios para que se den las condiciones positivas para incluir a estas personas en sus organizaciones, que tomen conciencia que contratándolas están generando valor social y diferenciándose de sus competidores y que así están ayudando a construir una sociedad más justa y solidaria.