Hay al menos cuatro cosas que unen a Pablo Casado y Pedro Sánchez. La primera, que celebran (o no) su santo el 29 de junio. La segunda, que carecen de una biografía profesional apreciable fuera del claustro materno de su partido. La tercera, que los dos ofrecen imagen dinámica, buena presencia (magnífica Sánchez) y abierta sonrisa. Esta coincidencia quizás tenga que ver con la segunda, al haber mamado los dos el valor del marketing electoral y la seducción por la imagen. La cuarta coincidencia es su osadía, seguridad en sí mismos y valor en el combate, bien acreditada en el caso de Sánchez y mostrada en el precongreso del PP en el de Casado, cuando rechazó de plano la lista de integración que le ofrecía Santamaría (quien, con esa oferta, denotativa de temor, perdió el Congreso). En cuanto a las diferencias, vienen dadas por la ideología corporativa de sus empresas respectivas.