Pablo Casado ha ratificado a Moreno Bonilla como candidato del PP para las autonómicas. No tiene sentido descabalgarlo ahora. Las elecciones pueden ser ya mismito. Y no conviene meter al partido en desgastes y turbulencias. En luchas internas de nuevo. Eso sin olvidar que mandarlo a las elecciones es también una forma de refinado castigo. Nadie sabe qué va a pasar en esos comicios. Puede que el bonillismo sume con Ciudadanos o que Ciudadanos vuelva a preferir al PSOE o que el PSOE sume con fuerzas de izquierdas. En cualquier caso, si Bonilla no logra la presidencia no pocas voces se apresurarían a decir que está amortizado. En primer lugar, voces de dentro de su partido. Un partido en el que se tienen que recomponer los equilibrios. En la galaxia pepera andaluza vuelve a brillar Esperanza Oña, catapultada al firmamento nacional. Joaquín Ramírez se gana su continuidad aproximándose de nuevo al sol; Bonilla se enfrenta a una reválida, nadie puede olvidarse de Zoido, con vocación de astro, cospedalista o cospedálico de viejo cuño tornado en casadista. Y todos vuelven su mirada a Arenas, que por primera vez ha perdido una batalla interna, lo cual, conociendo a Arenas no significa nada. Lo mismo se permuta en cometa, en anillo saturnal o constituye su propio centro de gravedad.

Aunque esta vez, ay, esta vez, para dolor de los arenólogos, que tan bien lo hemos pasado estos años, conviene tener presente lo que Esperanza Oña afirmó ayer en entrevista con ABC: «Estamos en una nueva etapa, y tiene que serlo en todas las provincias y territorios. Es una nueva etapa para todos. No será cómodo para él, pero el cambio de etapa también ha llegado a Andalucía». No cabe añadir eso de «más claro, agua». No. Es que el mensaje es ya en sí agua. Siempre le pueden prometer, en un futuro, ser Defensor del Pueblo o embajador en Portugal.

En honor de él diremos que es el único que ha ganado en Andalucía al PSOE y añadiremos que es bastante idiota apresurarse a enterrar a alguien que ha hecho quebrar a las funerarias políticas más de una vez.

Y luego está el impetuoso De la Torre, que pareciera que lo que quiere es optar a la presidencia provincial del PP de Málaga. A juicio del lector dejamos creer si esto es ironía o no. De la Torre zahiere a Elías Bendodo y a la dirección local, abre crisis, se reclama como ganador, afirma que la imagen de la dirigencia pepera provincial ha quedado en entredicho. Integrando que está el tío, vaya. Pero en fin, no hay que perder de vista lo que está tratando de decir y conseguir: manos absolutamente libres para confeccionar la lista electoral, su lista electoral. A lo mejor quiere otro número dos.