Curiosa, de tan estúpida, esa tentación del gobernante de usar medios públicos para actividades privadas. No digo que haya sido el caso de Sánchez y el concierto de The Killers, que estaría en el límite, pero, ¿qué falta hace acercarse a una frontera con tanto peligro? Cuando hay que dar explicaciones, plantear matices, desplegar argumentos, ¿no está ya claro que al menos se ha puesto el pie en la tierra de nadie entre lo público y lo privado? Si Sánchez hubiera ido en AVE a Valencia, pagándose el billete, y luego en taxi al concierto (aunque en ambos casos rodeado de su seguridad), usando en su visita a Chimo Puig un coche de la Delegación del Gobierno, habría dado una lección de cómo se hacen las cosas, y emitido un mensaje. Ese programa, a la vez, le serviría como plantilla para otros episodios de peligro en una frontera sobre la que están siempre (para bien) los focos y mil ojos.