Mi amigo Malcolm Williams - un prestigioso hotelero de origen galés, afincado en Estados Unidos desde hace muchos años- jamás hubiera incluido a Donald Trump en la lista de los grandes hoteleros norteamericanos de su época. A pesar de los hoteles faraónicos que llevan hoy en día el nombre del magnate Trump, aspirante a caudillo universal, no figura en su haber ninguna de las virtudes de aquellos ilustres hoteleros de antaño. Los que fueron brillantes discípulos del visionario Cesar Ritz, el que fuera en la «Belle Époque» el maestro de maestros, también conocido entonces como el Rey de los Hoteleros y el Hotelero de los Reyes.

En su libro sobre Roth nos recuerda recientemente un sabio escritor triestino -Claudio Magris -que el payaso, la máscara, el actor, la neurosis son todo metáforas de la disociación, tanto psicológica como humana. Voilà!

En un algo lejano texto que escribí sobre la historia de uno de los hoteles legendarios de Nueva York, el Plaza, mencioné por primera vez el nombre de Trump. Aquel especulador neoyorquino que ya comenzaba a ser famoso por sus polémicos negocios inmobiliarios. Cito un par de párrafos de aquel artículo:

«El Plaza se anunciaba sin complejos como El Hotel Más Lujoso del Mundo. Pero no siempre fue así. En los años setenta del pasado siglo el hotel estaba cansado y empezaba a necesitar una reforma en profundidad. La última la había efectuado Conrad Hilton. El magnate hotelero había comprado el Plaza en plena Guerra Mundial, en 1943.

Conservó todo lo que era digno de ser conservado y mostró una gran delicadeza evitando cambios o transformaciones que atentaran contra el espíritu del más que venerable establecimiento. En 1953 Hilton vendió el hotel al empresario de Boston A.M. Sonnabend. En 1974 el Plaza fue adquirido por Western International Hotels. Nuevas inversiones y nuevas reformas para actualizar las instalaciones del hotel.»

«En julio de 1988 un nuevo propietario aterrizó en el Plaza: el empresario inmobiliario Donald Trump. Pagó 390 millones de dólares por The Plaza. Los problemas financieros de las empresas de Trump le obligaron a poner en venta ese importante activo, por el que el empresario tenía un apasionado interés personal».

Hace cinco días la NBC anunciaba los resultados de su última encuesta: según ésta, el 88% de los miembros del Partido Republicano aprueba la gestión del presidente Trump.

Ya nos lo avisaba en «Arrowsmith» con resonancias bíblicas Sinclair Lewis: «Temibles son los magnates, hombres de alegrías bien medidas, hombres de sonrisas astutas, temibles los que son los amos del trabajo, terribles en sus gozos tan bien medidos…»