A los veinte años de su creación, el Tribunal Penal Internacional de La Haya podrá por primera vez distinguir entre agresor y agredido en una guerra. Podrá incluso, según esas nuevas atribuciones, emitir una orden de arresto contra el jefe del Estado del país agresor.

Hasta ahora el tribunal no hacía tal distinción y se limitaba a investigar los delitos contra el derecho internacional humanitario cometidos por cualquiera de los bandos.

Hay, sin embargo, que relativizar lo que en principio es una buena noticia porque el tribunal estará atado de manos por el hecho de que sólo podrá investigar a los países que voluntariamente acepten esas nuevas competencias.

Y entre ellos no están, por ejemplo, algunos de los más poderosos como Estados Unidos, Rusia, China y otros muchos.

Sólo alrededor de sesenta países sí reconocen, por el contrario, las nuevas atribuciones, y entre ellos figuran sobre todo los europeos y los latinoamericanos.

Pero ¿qué ocurriría, por ejemplo, si Estados Unidos lanzase una nueva operación contra cualquier país de Oriente Medio como la que lanzó contra Irak y solicitase de nuevo la ayuda de sus aliados de la OTAN?,¿Podría los jueces de La Haya en ese caso investigar, por ejemplo, a Polonia o Francia, sin poder hacer lo mismo con quien sería el principal agresor: Estados Unidos?

Y no sólo es que esté en el futuro atado de manos el Tribunal Penal Internacional en ese y otros casos hipotéticos, sino que desde sus mismos comienzos ha estado, según sus críticos, racialmente sesgado. Hasta ahora, sus jueces han acusado como criminales de guerra a un total de 39 individuos, nada menos y todos ellos sin una sola excepción son africanos.

Los defensores del tribunal explican aque un 23 por ciento de quienes trabajan en él son africanos, como lo es incluso su actual presidenta, la gambiana Fatou Bensouda.

Pero aunque continuamente llegan al Tribunal denuncias contra políticos y también contra soldados occidentales, la reacción y reacciones en esos casos suele ser siempre la misma: se inicia una investigación preliminar, de la que normalmente ya no se sabe nunca más nada.