La causa del máster de Pablo Casado parece ser sigue adelante con nuevas imputaciones. No sabemos, cuál de las dos vías, la de la «xenofobia» impulsada por Carmen Calvo y Adriana Lastra, o la de la Complutense, va a ser utilizada con mayor rentabilidad para segar la hierba que pisa el nuevo dirigente de la derecha.

Con la segunda de ellas, siendo más consecuente al apoyarse en algo concreto, la izquierda corre el riesgo de destapar la caja de los truenos que seguramente encierra casos en todas las direcciones. Probablemente porque tanto el Partido Popular y el Partido Socialista tienen o han tenido en sus filas dirigentes que se han beneficiado de las facilidades y las convalidaciones que brinda un sistema corrupto y complaciente con el poder. Es, por otra parte, el fruto de una forma muy española de ejercer la política, eludiendo la formación y eligiendo los atajos para medrar dejando a un lado el esfuerzo pero a la vez sin olvidarse de engordar el currículum.

¿Cuántos infraescolarizados no habrá tratando de hacer carrera en la política, en los ayuntamientos, en los parlamentos autonómicos o en el propio Congreso, afectados por la titulitis u obsesionados en mejorar su hoja académica? ¿Cuántos no la estarán en estos momentos revisándola por si hay que pulirla?

Pero por ahora tenemos a una juez investigando, nuevos casos saliendo a la luz, profesores que practican la omertá, y al Partido Popular, que ya tuvo que lidiar con el caso Cifuentes, reiterando que todo se quedará en una simple anécdota. Pronto, no me extrañaría nada, que por la rendija del cohecho universitario se filtrasen otras revelaciones. Se admiten apuestas.