Si en moda la primavera la inaugura El Corte Inglés, la primavera política la marca ahora mismo Pedro Sánchez. Para algunos, a las encuestas de intención de voto, con el PSOE en cabeza, el socialista Tezanos les ha sumado el IVA. Quien sabe, pero coincide con lo que se escucha en la calle. Que la llegada del nuevo Gobierno ha sido en general bien recibida por la opinión pública, parece probado. Cuando se cometen errores -tipo avión oficial para viajar a Castellón a un acto institucional con concierto posterior- se critican pero poco, acaso con la esperanza de que no se vuelvan a repetir. Que las encuestas dicen, por el momento, que no hay que cerrar las fronteras marítimas a los que escapan del hambre en Africa, es reconocido. Que reunirse con el presidente catalán Torra se prefiere a la falta de diálogo, lo confirma cualquier sondeo. Y así sucesivamente.

Definitivamente estamos en la primavera política Sánchez, con un Gobierno fuerte por su solvencia aunque en peligro por su escasa base parlamentaria. El otoño, sin embargo, puede entrar con tormentas: Torra advierte de que puede convocar elecciones, lo que sería un récord Guinness en el mundo, ya que las últimas tres elecciones catalanas recortaron las legislaturas a la mitad, o sea dos años, y estas supuestas elecciones dejarían la legislatura efectiva en tan solo pocos meses. Y ojo porque al socialista valenciano Ximo Puig también le hace gracia adelantar comicios quizás coincidentes con las andaluzas que Susana Díaz situará sobre el 28 de octubre. Ella ya lo tenía previsto y así lo anunciamos en esta crónica hace un par de meses; pero el resto de los socialistas se han venido literalmente arriba con las encuestas y quieren disfrutar de la bonanza. Y con un dato más, apenas difundido: por primera vez en muchos años los jóvenes reaparecen en el radar del PSOE como voto preferente. Si esto se confirma, deberían ir con mucho cuidado los socialistas para preservar la rara especie; y atentos sus oponentes en no marcar políticas a corto plazo, aunque las llegadas masivas a las costas, por ejemplo, inviten a demagogia de gatillo verbal fácil.

Pero no todo el buen ambiente primaveral corresponde a méritos de Sánchez. La mejora del empleo y de la Seguridad Social son herencia de la inercia Rajoy y es justo reconocerlo. Y aunque la previsión de crecimiento baje una décima, la economía española se muestra relativamente sólida. Lo que siempre podrá alegar Sánchez es que con la llegada de su gobierno no se cumplió ninguna predicción catastrofista del tipo «prima de riesgo disparada» o «inversiones para España con dudas». Dos nombramientos, especialmente, generaron confianza en los mercados: Josep Borrell, expresidente del Parlamento Europeo, y Nadia Calviño, la directora de Presupuestos de la Unión Europea.

En ese dibujo de frágil estabilidad, con frentes abiertos en inmigración, Cataluña y otros, el mundo económico está pendiente de si El Corte Inglés, propiamente dicho, cerrará su invierno accionarial y proclamará la llegada de la primavera profesional en su junta general del 26 de este mes. Estamos hablando de una empresa con casi 120.000 empleados y 30.000 proveedores por lo que cualquier desestabilización de ese portaaviones es grave para la economía española. Su estado de salud, el mejor termómetro. Algunos periodistas aún recordamos una conversación con Mariano Rajoy en las Cortes el día de la Constitución de hace algunos años, en la que nos sorprendió con una prueba de que la crisis había comenzado a remontar: «Me dicen que la caja de El Corte Inglés ha cerrado muy positivamente en Noviembre». No había más que hablar.

Esa entidad ha vivido una dura tormenta entre familiares propietarios que las auditorías, la razón y la justicia han ido clarificando: «Ganan las hermanas al primo», se suele simplificar como titular. Pero lo importante es que lo hacen apostando por los profesionales para llevar la nave a buen puerto. Definitivamente Sánchez tiene suerte. Que no abuse.