ARGUMENTOS TONTOS EN LOS QUE CAEMOS

Una de las asunciones más tristes que uno debe aceptar a poco que estudie cómo funciona el cerebro es que éste no fue diseñado necesariamente para ser lógico, racional, objetivo y equidistante. Más bien al contrario. Siempre tropieza en alguna falacia lógica. Las siguientes frases creo que son las más frecuentes, pero tiene haber muchas más, le invito a que las encuentre: «Que alguien afirme que algo le ofende, con la instrucción tácita de que debe censurarse» (este argumento lo esgrimió un independentista catalán de Mataró para que yo dejara de escribir en contra del independentismo. Y viendo que no surtía el efecto que deseaba, recurrió al insulto).

Millones de personas creen esto, ergo es cierto. También se rieron de Galileo por sus opiniones, pero hoy se considera uno de los grandes sabios. A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis, es mayor. Utilizar un detalle de la biografía del adversario o un rasgo de su personalidad que no tiene nada que ver con la cuestión debatida para desacreditar su punto de vista. Todo lo natural es bueno; lo artificial es malo. Acusar de falta de coherencia, o de no predicar con el ejemplo, es algo parecido al «y tú también». Ladran, luego cabalgamos (la crítica).

Venancio Rodríguez SanzMálaga