La memorable jornada de la marcha española en Berlín vino este fin de semana a corroborar el idilio del atletismo español con esta modalidad, considerara la «hermana pobre» del deporte rey por aquello de que se disputa fuera de los estadios, donde son más apreciadas las pruebas de velocidad, los saltos y los lanzamientos.

El doble campeonato de Europa conquistado por María Pérez y Álvaro Martín supone continuar la senda de otros marchadores españoles de primer nivel mundial que abriera en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 el catalán Jordi Llopart en 50 kilómetros. Tuve la suerte de presenciar en vivo en la capital rusa aquella medalla de plata, primer metal olímpico para un atleta español. Más adelante llegarían otros ilustres marchadores como José Marín, campeón del mundo en Helsinki 1983; Daniel Plaza, oro olímpico en Barcelona´92 en 20 km; Valentín Massana, oro mundial en Stuttgart´93; Paquillo Fernández, María Vasco y tantos otros... Y mientras la marcha sigue dando grandes alegrías al deporte español, la Federación de Atletismo parece más empeñada en asuntos de márketing y en el elogio de algún éxito individual y aislado, como si fuera fácil ganar tres medallas europeas en una sola mañana...

El enésimo triunfo de los marchadores hispanos coincide con el momento de declive que vive el atletismo europeo en general. Sirva como ilustración el dato de que la medalla de plata de Carro en los 3.000 obstáculos la consiguió con un tiempo de 8:12, un segundos más que el bronce logrado por el alicantino Domingo Ramón Menargues en los Europeos de Atenas 1982. Además en aquel campeonato de hace la friolera de 36 años se disputaban dos pruebas antes de la final -eliminatoria y semifinal- y ahora sólo una, con lo que los atletas pueden llegar más frescos y descansados, pero sus marcas son peores.