Mientras el sol nos va apretando poco a poco las clavijas, y cualquier cuerpo puede notar el aumento del peso que carga sobre nosotros, la respuesta de la NASA es mandarle un cohete, para saber más de cómo se las gasta. Son juegos absurdos, como el de tirar una chinita a un rinoceronte marcando posturas, fruto de esa manía de grandeza que constituye la esencia de lo humano, y nos ha traído hasta aquí. Ahora está regresando otra vez en los científicos el fervor por la conquista del espacio, como un destino manifiesto de la especie, una vez que nos hemos cobrado la pieza de la Tierra y empezado a desollarla. En tiempo de los presocráticos, antes de que el hombre pasara a ser la medida de todas las cosas, había todavía cierto sentido de la proporción. Puede uno perderla por completo, pero por si acaso al salir a la calle vaya por la sombra, y si no la hay ponga sombrero o gorra.