No deja de ser sarcástico y tragicómico que los romanos construyeran el acueducto de Segovia, el puente de Alcántara, el puente de Córdoba, el Coliseo, Itálica, Emérita Augusta, el Foro romano, etc, etc, etc hace dos mil años y sigan en pie. En el caso de Córdoba, sirviendo como único puente entre las dos orillas del Guadalquivir, hasta hace unas pocas décadas. Y los herederos corruptos de Roma, tanto itálicos, como hispanos construyan puentes que no aguantan cincuenta años, o edificios públicos como Correos en Málaga, enfermos incurables y desahuciados. Lo de Génova es el perfecto retrato de una Europa agonizante, braceando en la mierda para no ahogarse en ella.

Mientras el Gobierno de SM Británica oculta la procedencia del ciudadano británico que embiste su coche contra el Parlamento, Gibraltar, donde seguramente tendrán sus cuentas las mafias de la emigración, retira el permiso de navegar al infame Acuarius, una británica, que podía haberse ido a Magaluf de vacaciones a hacer balconing con sus superiores compatriotas, protesta por los españoles que hay en Benidorm, un Gobierno español en vacaciones después de un mes de agotador trabajo, mete al Rey en la encerrona del viernes, aprueba por decreto ley una reforma del derecho de familia absolutamente disparatada y una serie de canallas despechados, empezando por Peñafiel, orquestan una campaña contra la Corona, como único soporte del Estado (a pesar de las tres administraciones que nos acogotan) y se persigue al líder de la oposición por un máster de la señorita Pepys y el Instituto de Empresa contrata a la Segunda Dama para un puesto que seguramente va a terminar con el problema de la emigración, gracias a sus inexistentes licenciaturas y diplomaturas.

En el palacio de los Guzmanes de Doñana sopla la brisa atlántica que acalla los abucheos, mientras el fantasma de Montpensier se mesa los cabellos pensando que poco le hubiera durado a el su cuñada Isabelona, la de las medianoches y los generales bonitos, si hubiera podido contar en sus tiempos con la Cuatro y la Sexta.

Mientras, en Málaga, que como todo el mundo sabe, ama la música clásica tanto como Praga, aspiran a construir un auditorio «para toda clase de músicas» (sic), y soportan el calor a base de rebujitos.

Bañarse no pueden porque millones de medusas se lo impiden. Pero eso no tiene importancia.