No le ha hecho falta ser ni el más alto ni el más fuerte ni tener muelles para saltar más que nadie ni machacar el aro. Al revés, a Juan Calos Navarro siempre le ha envuelto un halo de fragilidad que le hacía fuerte, que le hacía mejor. Quizá por eso, porque no le han hecho falta esas características inherentes al jugador de baloncesto, «Juanqui» siempre ha sido una debilidad. Y supongo que la de muchos jugadores frustrados que, como yo, han visto en él a un tío que, sin ser grande ni fuerte ni atlético, ha sido lo más grande en una pista de básket.
A Navarro no le ha hecho falta machacar para ganarse el respeto de todos. Muchas, muchas anécdotas y vivencias me contaron Carlitos Cabezas y Berni Rodríguez sobre su compañero de selección, de esa imponente generación del 80, ya irrepetible, historia viva de nuestro básket, los que nos han puesto en el mapa del baloncesto. Y el propia Boza Maljkovic, con su saludo educado de niño bueno y luego los 30 puntos que le metía en cada partido. Historias que sólo da el básket.
Navarro era odiado en invierno, cuando venía a Ciudad Jardín o al Carpena con la camiseta del FC Barcelona; y amado en verano, cuando se enfundaba la camiseta de la selección española y le metía «bombas» a Israel, triples a Lituania, canastas ganadoras a Serbia y bandejas a los Estados Unidos de los Dream Team.
Navarro anunció ayer que se retira. El Barça lo hizo oficial, igual de mal que se gestionan, habitualmente, estas cosas en España. País sin patria ni memoria. Sin la relevancia, la importancia y la ponderación que debía tener un acontecimiento de este índole. Juan Carlos Navarro dice adiós con muchos récords, con Euroligas, Ligas ACB, Copas del Rey, Eurobáskets y Mundobáskets, y medallas olímpicas. Se fue un año a la NBA, a vivir de cerca aquel mundo tan lejano junto al extraterrestre Pau Gasol. Vaya parejita... Dejó su impronta desde la línea de 6,75 metros y volvió a casa, a su casa, la del FC Barcelona. Rival odiado en Málaga. Y, quizá por eso, admirado. Porque al rival, cuando te gana en buena lid, se le respeta. Así me enseñaron este deporte.
Navarro es, casualidades de la vida, historia del propio Unicaja. La «Bomba» ha sido el rival que más partidos ha jugado contra el Unicaja. Ningún otro jugador en la historia del club ha jugado tantas veces contra nuestro equipo. Juan Carlos Navarro ha jugado 73 veces contra el Unicaja. Que se dice pronto. Ningún otro jugador en los ya más de 40 años de historia del club de Los Guindos ha jugado tantas veces contra el equipo verde encuentros oficiales. 73 duelos lleva ya a sus espaldas Navarro (sin contar aquel amistoso contra los Memphis Grizzlies en el Carpena en 2007).
Supera, en mucho, al segundo rival que ostenta ese honor, el ala-pívot Felipe Reyes. Entre Estudiantes y Real Madrid, el hermano del excajista Alfonso ya acumula 63 presencias contra el Unicaja. No hay un jugador que más puntos le haya metido al Unicaja en toda su historia: 792. También encabeza la lista de jugadores que más partidos le han ganado al Unicaja. Navarro ha salido victorioso en 51 duelos, a pesar de haber perdido los cuatro últimos. Es, por supuesto, el jugador que más minutos ha sumado contra el Unicaja: 1.624. También, por su puesto, es el que más triples le ha tirado: 104. Un rival digno para todo lo que significa y significará en la historia del baloncesto.
Por eso, «Juanqui» Navarro es también parte de la historia del baloncesto en verde del Unicaja. Siempre será La «Bomba». Un canijo que ha marcado una época. Un tío muy grande siendo pequeño, delgado y frágil. El baloncesto, desde otra perspectiva.