Una de las características de nuestra época es que mucha gente parece incapaz de usar la imaginación o de situar las cosas en su contexto. Antes de analizar un hecho, antes de reflexionar sobre él buscando todos los claroscuros que lo rodean -porque no hay hecho que no esté rodeado de zonas de sombra-, muchos se dedican -o nos dedicamos, que yo no me excluyo- a buscar un culpable o establecer una hipótesis que lo explique todo en un pispás. Y esto ocurre sobre todo en los casos de violación o de malos tratos, cuando mucha gente parece reaccionar con una especie de reflejo condicionado que impide toda reflexión más o menos serena. Y en dos patadas, sin saber nada del caso, sin haber escuchado a los testigos -si los hay- y sin haber analizado las pruebas -si las hay-, mucha gente ya cree saber con total exactitud lo que ha sucedido en una habitación de hotel o en una buhardilla o en un portal de un edificio. Y sin medias tintas, sin dudas ni vacilaciones, porque esta gente cree tenerlo todo clarísimo y saber exactamente lo que pasó, como si hubiera estado allí delante, viéndolo todo y tomando nota y tal vez grabándolo con el móvil.

Lo digo porque hay cuestiones muy delicadas en las que hace falta conocer todos los detalles para saber qué ha pasado y poder tomar las medidas adecuadas, que es algo que deben hacer la policía y los tribunales en función de las pruebas y de los testimonios fiables. Lo digo porque estos días hemos conocido el caso de Asia Argento, la actriz y directora de cine que denunció haber sido violada por el productor Harvey Weinstein -igual que otras muchas mujeres que dijeron haber sufrido las mismas agresiones sexuales-, y a la que ahora un actor de 22 acusa de haberlo violado cuando tenía 17, y por tanto era menor de edad, lo que constituye un delito en California (donde sucedieron los hechos).

De entrada, mucha gente ha aprovechado esta historia -que aún no sabemos si es verdad o no-, para arremeter contra Asia Argento y todo el movimiento MeToo, como si este hecho de la supuesta violación de un menor de edad -que es aún un asunto dudoso que no se conoce bien- fuera una prueba suficiente para desmentir las docenas de acusaciones contra un productor de Hollywood acusado de haberse comportado de forma repugnante. Tanta unanimidad en los testimonios de las mujeres violadas indica que estas violaciones existieron, y además todo el mundo sabía de esas historias en Hollywood pero callaba porque Weinstein era un productor muy importante y nadie se atrevía a levantar la voz contra él. O sea que esta historia entre el menor y Asia Argento no tiene por qué invalidar la acusación contra el productor Weinstein.

¿Y la historia con el menor de edad? Por lo que he leído -y he leído casi todo lo que he visto publicado- es bastante poco creíble como historia de violación. El actor joven -de 17 años- conocía desde hacía muchos años a Asia Argento, y además ese actor llevaba mucho tiempo viviendo en Hollywood, siendo una persona rica y famosa, o sea que no imaginamos que hacía una vida de trapense y que sabía perfectamente que el sexo en abundancia forma parte de eso que se llama el "glamour" de Hollywood. A mí me parece que en este caso, este actor ha querido chantajear a Asia Argento justamente porque la actriz ha ganado un gran protagonismo acusando de violación a un poderoso productor de Hollywood, y eso la hacía especialmente vulnerable a una acusación de violación. De hecho, si Asia Argento ha pagado a ese joven actor 300.000 euros como compensación económica para que retirase la denuncia, queda muy claro que esta historia -que probablemente fue sexo consentido entre las dos partes- haya acabado siendo un caso sórdido y miserable y doloroso. Por eso mismo, repito, es tan importante que se conozcan bien los hechos antes de mandar a la hoguera a determinadas personas acusadas de haber cometido un delito.