La vida va a ser diferente. El Brexit supondrá aceptar verdades duras», advertía hace unos meses la primera ministra británica, Theresa May. Si hace unos días supimos que alrededor de 300.000 ciudadanos del Reino Unido que viven en España podrían tener problemas a partir de marzo de 2019 para cobrar sus pensiones o sueldos, por el bloqueo de sus cuentas bancarias en territorio de la Unión Europea, ayer, en un nuevo ridículo a los ojos de medio mundo, todo el circo planetario del motociclismo se quedó sin carreras en el mítico Silverstone.

Unos 2,2 millones de euros tirados a la basura. Es la inversión que el circuito destinó a reasfaltar a principios de este año el trazado que allá por 1947 readaptaba tres pistas de aterrizaje inactivas después de la Segunda Guerra Mundial. Con las intensas lluvias de este fin de semana, la chapuza de la que ya habían hablado muchos pilotos ha salido a relucir. El recorrido, que sigue repleto de baches, demostró su nueva condición de auténtico patatal, al no servir siquiera para drenar el agua acumulada.

Hasta el británico Lewis Hamilton, tetracampeón mundial de Fórmula 1, ya había calificado de «desperdicio» la inversión realizada este año. Comparó el ahora lodazal con la pista de Nordschleife, con más de un siglo de historia, y aseguró públicamente que era el trazado «más llenos de baches» que jamás hubiese experimentado: «Te sacude los malditos globos oculares de tu cerebro», llegó a expresar.

Pero lo cierto es que, con todos estos avisos y el penoso estado de la pista, los pilotos de MotoGP, Moto2 y Moto3 hicieron ayer piña e impusieron la lógica: la anulación del Gran Premio de Gran Bretaña. Estaba en juego su integridad física, igual que ya se había puesto en peligro durante las sesiones previas. Si los responsables de Silverstone hubiesen acatado las recomendaciones de voces autorizadas como la de Hamilton, seguro que se hubiese podido evitar un accidente tan grave como el que llevó el sábado al hospital al piloto barcelonés Tito Rabat.

Su triple factura en la pierna derecha, de la que ya ha sido intervenido quirúrgicamente de manera satisfactoria, seguro que estaba en la cabeza de la mayoría de sus compañeros de profesión. La consecuencias de esa caída incluso podrían haber sido mucho más graves, porque el aquaplaning con tanta balsa de agua sobre el asfalto era más propio de un camino de cabras. Jorge Lorenzo se refería incluso a las «piscinas» sobre el asfalto, pese a que no hubiese caído el «diluvio universal». Tal vez haya que proponer entonces Silverstone como futura sede de unos campeonatos mundiales de natación. Porque de momento ni siquiera serviría para recuperarlo como aeródromo.