Con un rechazo frontal han recibido los aficionados de a pie y los futbolistas de la AFE la decisión de la Liga Profesional de que un partido del presente campeonato se dispute ya en Estados Unidos. La peña del siete: los puristas y mantenedores de las viejas esencias han cargado contra Javier Tebas por desprecio de socios y abonados y supuesta distorsión de nuestro centenario torneo nacional. Los sindicalistas de oro, por su parte, dicen no haber sido consultados y amenazan con ir a la huelga para mantener sus inamovibles privilegios y parecer, a la vez, asalariados del montón.

A los «compañeros del metal» habría que recordarles que ya aceptaron en su día la ampliación de las jornadas de competición a los lunes y viernes, los horarios intempestivos de bastantes encuentros y las pretemporadas de preparación de sus equipos en países muy alejados de nuestras fronteras. Los del tendido de sol, los sufridores de siempre, tampoco deben llamarse a engaño cuando la titularidad de casi todos los clubes, en tanto que anónimas deportivas, pertenece desde hace años a sociedades y dueños, cuando los seguidores internacionales les han superado ampliamente en representación y cuando el montante de sus entradas y abonos cuentan mínimamente en el presupuesto de esas sociedades. Los atropelló el futuro.

El fútbol circula en este momento por otros derroteros. Es un producto y un espectáculo de televisión y está en manos de sociedades y dueños que buscan nuevos mercados. Nadie puede quedarse contemplando el campanario de su pueblo o la tribuna de su estadio. El fenómeno de la internacionalización y la presencia en nuevos mercados, es, además, imparable y si de todas formas ya se está produciendo, mejor ser los pioneros en esa difusión frente a los competidores de la Premier o el Calcio, que están virando aceleradamente en la misma dirección. Sin pasar por alto, tampoco, que es el momento de mejor siembra en el territorio norteamericano, ya que la organización del Mundial 2026 le ha sido concedida a Canadá, Estados Unidos y Méjico.

El acuerdo firmado ahora por la LFP con Relevent, multinacional de medios, deportes y entretenimientos, es una «join venture» de largo aliento por quince años, para promover el fútbol en Estados Unidos y Canadá. Relevent es un socio fiable y poderoso. Posee la franquicia de los Miami Dolphins de la NFL y la propiedad del Hard Rock Stadium y participa, además, en la promoción y expansión que llevan a cabo los principales deportes estadounidenses como la NBA, el fútbol americano (NFL), la Liga de Beisbol (MLB) o la de Hielo (NHL), que celebran algunos partidos oficiales fuera de Norteamérica. En Europa, por ejemplo.

Tras las protestas de los viejos aficionados y las amenazas de plante de los capitanes, por un quítame allá un preaviso, es de suponer que se imponga el sentido común y la coherencia. Las últimas medidas adoptadas por los clubes profesionales: la venta de los derechos de TV para Asia a Google y, especialmente, la presencia de nuestra Liga en territorio USA, es un camino sin retorno -ojo- a no ser que Trump decida moler a aranceles al fútbol de importación.

¿No quieren los futbolistas mayor difusión de su profesión, ingresos más abundantes para sus clubes, mejores salarios incluso para ellos mismos y un aumento del número de profesionales en cada plantilla?. Por eso, menos postureo y más coherencia, compañeros. Por demás, en principio, estamos hablando de 90 minutos de los 34.200 que se juegan en el campeonato liguero. No parece que sea como para armar la mundial.