La ministra descarbonizadora, Teresa Ribera, en su transición hacia un nuevo modelo energético, quiere llevarse por delante a las térmicas asturianas para acabar con las emisiones de CO2, lo que está poniendo de muy malos humos al presidente asturiano, Javier Fernández. Pero puede que Ribera está equivocada en el objetivo a abatir. Un reciente análisis publicado por "Climate Desk", una plataforma de colaboración periodística para hablar sobre el cambio climático creada por medios estadounidenses como "Newsweek", "The New Republic" o el anglo "The Guardian", subrayaba que el coche es el verdadero frente donde hay que actuar para acabar con las emisiones de dióxido de carbono. Invocaba un estudio de la NASA de 2010 que declaraba "oficialmente" a los automóviles como "el mayor contribuyente neto de la contaminación (que está causando) el cambio climático del mundo". En el mismo informe incluía incluso un dato a favor del sector eléctrico e industrial, donde ahora incide Ribera. "Los automóviles, autobuses y camiones liberan contaminantes y gases de efecto invernadero que promueven el calentamiento, mientras emiten pocos aerosoles que lo contrarrestan. Por el contrario, los sectores industrial y eléctrico liberan muchos de los mismos gases, con una mayor contribución al calentamiento, pero también emiten sulfatos y otros aerosoles que causan enfriamiento al reflejar la luz y alterar las nubes".

Reflejo de esta argumentación es lo que está pasando en Alemania. En 2017, el país logró reducir las emisiones "en gran parte gracias al cierre de las centrales eléctricas de carbón" pero, según datos de Reuters, las emisiones de la industria del transporte crecieron un 2,3 por ciento. Alemania, subraya el análisis de "Climate Desk", se marcó en 2007 reducir en un 40 % para el año 2020 sus emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, de momento, lo tiene difícil. La reducción que ha logrado es del 27,7 por ciento tras una inversión de 495.000 millones de euros para hacer la transición a un sistema energético bajo en carbono. Bloomberg News anunciaba hace unos días que era muy probable que Alemania no alcanzase sus objetivos. La cadena de noticias entrevistaba a Patricia Espinosa, máxima funcionaria del cambio climático de la ONU (que en 2016 estuvo en Oviedo para recibir el premio "Princesa"), quien daba en el clavo: el problema no es tanto que los objetivos alemanes hayan sido muy ambiciosos como que "particularmente la industria del automóvil no llegó".

Nos pueden quitar las térmicas, ¿pero quién se atreve a quitarnos el coche y acabar con un sistema de transporte absolutamente insostenible? "Climate Desk" incide en que en Alemania es una industria clave. Pero en otros lugares del mundo, como en EE UU, no sólo es asunto económico. Es mucho más. El coche es la expresión de la opulencia, de la individualidad, de la libertad en la tierra de la libertad. Los jinetes montan y se van a donde les viene en gana. A ese paso, cuando nos desahucien de este planeta, nos marcharemos en coche. A todo gas.