Los dos niños me recordaron a ese cámara de televisión y a algún manifestante del camino de baldosas amarillas que no lleva a Hoz: se zurraban. El padre hablaba con la cajera del supermercado -hija de emigrantes jiennenses en Barcelona, dijo- del tema de Cataluña, pero cuando pasaron por el scanner las cuatro pizzas congeladas, el hombre hizo un alto en la rambla del relato para especificar que eran de la marca que les gusta a sus hijos. Entonces sí los miró, con teatralizado aburrimiento. ¡Ay, qué ganas tengo de que empiece el colegio! Los que estábamos en la cola los veíamos matarse vivos ante la aparente indiferencia del progenitor. En ese momento se abrió una de las puertas sin que nadie la atravesase. Creo que entró septiembre...

Septiembre cambiante

¿Qué trae este septiembre? Por lo pronto la noticia de que no habrá más cambios de hora, según lo propuesto por la Comisión Europea. O sea, que por encima de discutibles beneficios económicos volveremos a acoplarnos al ritmo solar. Parece razonable. Pero el hecho de que se vaya a producir el cambio al no cambio apunta a que no vamos a dejar de cambiar el curso que viene. El insólito cambio de Gobierno ya apuntaba maneras. La vuelta de Rajoy al registro de la propiedad, un mazazo. El último congreso del PP con primarias incluidas suponía otra novedad. El pretendido cambio de sitio de los restos de Franco, ya te digo. Y la imagen del líder de la formación naranja quitando lazos amarillos a pie de calle, aún más. Por no hablar de lo que supondrá, ya en clave malagueña, la demolición del edificio esquinero del antiguo palacete de los condes de Benahavís o pensión La Mundial (según intereses descriptivos) y el impacto urbanístico que producirá en el Hoyo de Esparteros ese meneo a lo Moneo.

Puñetazo va y viene

Del primer puñetazo que le dio el cámara de Tele Madrid a un anciano, cuando era zarandeado el miércoles en Barcelona, en una de las ya habituales trifulcas de quita y ponme allá esos lazos amarillos, al segundo puñetazo que le dan a él (un coloso con perilla), hay un tratado de sociología y otro de periodismo y medios. En los telediarios ese señor pasó a ser un héroe o un estorbo o un argumento político, en función del interés editorial que se pretendía en cada medio. Por supuesto que la información contrastada, sosegada, independientemente esforzada y prudente seguía bañándose en la playa, pese a los también desacostumbrados e inhabitualmente persistentes enjambres de medusas. Mira tú, otro cambio quizá.

Y yo más

Como otro cambio, también quizá, ha sido la respuesta del PP al «y yo más» en que anda enzarzado con Ciudadanos por la captura electoral del centro y la derecha. Alguien que aspira a gobernar no debe bajar a la calle a quitar lazos amarillos, han venido a decir, por mucho que los independentistas hayan aprovechado la intolerable complicidad de las instituciones catalanas para sembrar de amarillismo político la vía pública. Pronto en las redes alguno recordó la imagen de la diputada de Podem, la señora Angels Martínez, quitando en octubre banderas españolas de los escaños del Parlament. Esto se anima. Los cambiantes parecen haberse hecho con el control de la política española. Y no sólo en el Gobierno, donde un día se hace una cosa y poco después otra muy diferente, casi sin solución de continuidad.

Las dos ferias

Iglesias también vuelve en septiembre. Respeto escrupulosamente su ausencia de dos meses, la entiendo, la aplaudo. Incluso su aparente opuesto político, Pablo Casado, supo adelantarse y desearle lo mejor para sus dos hijos prematuros en plena campaña popular. Lo interesante es que nos hayamos dado cuenta de que sin Rajoy y sin Iglesias, aunque ninguno de los dos pasaba ni mucho menos desapercibido, la vida sigue igual: «Al final las obras quedan las gentes se van. Otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual». Algo que ya nos advirtió Julio Iglesias hace muchos años, pero algunos no quisimos oírle porque escuchar a Julio, aunque fuera en agosto, en los 80, era cutre y, si me apuran, fachoso también. Hoy en mi playlist suenan temas de Silvio Rodríguez y de Julio Iglesias, de Cat Stevens y de Raphael, de Chicago y de Buena fe, de Kool and the gang y Jeanette, de Wham y Amancio Prada, de Al Stewart y Rosalía, de Diana Navarro y Pink Floyd, de Sethler y Dylan, de María Callas y de esa fiera que esta semana hubiera cumplido 60 años, Michael Jackson; y de muchos más. Un ecumenismo, para bien y para mal, conseguido a base de arrojar complejos a la lava ardiente del Monte del Destino.

La distancia

Cambios cambiando, aunque algunos tardan en cambiar. Una adolescente se acercaba esta semana a una comisaría de Estepona para que alguien evitase que sus padres la casen con un hombre que no conoce, cuando vuelva a Marruecos. He leído este verano La distancia, la última novela del pregonero de la pasada Feria de Málaga, Pablo Aranda. Pensé en la hermosa Tamar y en sus hijas... Porque hoy es Sábado.