Hay que celebrar de todo corazón que haya ido bien el nacimiento prematuro de los hijos de Pablo Iglesias e Irene Montero, pero no creo que debamos celebrar el uso que, bajo el imbatible pretexto de la muestra de gratitud, han hecho del feliz acontecimiento los papás. La idea republicana, de la que ya se ha hablado aquí otro día, incluye también una contención a la hora de elevar a categoría política los hechos de la vida privada de cualquier compañero ciudadano, en especial si se trata de dirigentes. Cuando oigo a un maledicente plantear la sospecha de que el lema de la joven familia para empujar los días de zozobra durante el difícil trance ("vamos") pueda acabar reaprovechado en campaña me niego a imaginarlo, pero se expone uno a esas insidias cuando las vicisitudes personales (felizmente superadas en este caso) se ponen en modo exposición. Aunque ya se que así son los tiempos.