El espectáculo prosigue. Es de sesión continua. Torra amenaza con liberar a los presos del procés; tiene las llaves de la cárcel. Y añade que está dispuesto a llegar tan lejos cómo su jefe Puigdemont. ¿Dónde quiere llegar? ¿a Finlandia? De proponérselo, podría incluso ir más lejos. Nada se lo impide, salvo la falta de ambición, ya que no se gobierna en Cataluña, el Parlament está cerrado y la campaña de los lazos amarillos se puede orquestar a distancia. De hecho, él mismo está manejado por control remoto.

Mientras tanto, Theresa May ha decidido bajarles los sueldos a los diputados del Ulster debido al cierre de la Asamblea de Stormont a raíz de una crisis de Gobierno local. Irlanda del Norte lleva casi año y medio con la autonomía colapsada. No es la primera vez que sucede, otras veces fue Londres quien cerró el parlamento norirlandés por la falta de acuerdo entre los unionistas y el Sinn Fein en uno de los momentos más duros del conflicto en Belfast. La desconexión por parte del Reino Unido propició acto seguido el entendimiento posterior y la pacificación.

Los parlamentos están para aprobar leyes, promover el debate y la política en favor de los intereses generales, si no es así no tiene sentido mantenerlos abiertos. A los soberanistas catalanes, como sólo les ocupa el disentimiento, les sobra el Parlament. Por esa razón permanece cerrado; el problema es que siguen cobrando por sus actas de diputados. May les habría bajado el sueldo. Yo, de tener facultades para hacerlo, no les pagaría un solo euro. O se trabaja, o no hay salario que valga. Pedro Sánchez, en cambio, ha lanzado una importante contraoferta económica. Son distintas maneras de ver la vida.