En esta ciudad y en un Ayuntamiento en el que no se mueve un papel sin que usted lo haya localizado en su mesa, le haya quitado el polvo y le haya hecho así con el dedito, le va a resultar complicado explicar que la Gerencia Municipal de Urbanismo era una suerte de Las Vegas en la que ocurrían cosas, se hacían cosas, se ponían expedientes en sitios que, como los pimientos de Padrón, unos llevaban a su archivo y otros, pues non, sin que a usted le llegara noticia, especialmente en una ciudad en la que tanto gusta señalar en el móvil el contacto de tal concejala o de cual gerente diciendo «¿Te acuerdas lo del Expediente?? Pues al final, ná. Me lo arregló Menganita».

Estaría bien que usted nos cuente ( sí, usted, alcalde, que sabe de todo cuando hay que ponerse delante de un micrófono, que siempre tiene tiempo para darse un salto a cualquier evento y decir unas palabritas de 40 minutos pero quien, por lo visto, no tiene tiempo para comparecer en una comisión de investigación por hechos que son suficientemente graves) qué ocurrió con esos expedientes, por qué unos se incoaban y los del vecino al parecer no, a qué obedecía el límite de expedientes abiertos o, por ejemplo, por qué las imaginativas soluciones aplicadas en pro del administrado (de aquel concreto administrado) no se aplicaron a otros malagueños que, con los mismos hechos, no tuvieron tanta consideración y mesura. Ojalá tenga unas palabras también para aquellos que, pudiendo saltarse la legalidad urbanística, no lo hicieron porque para eso está la ley: para no saltársela. La comisión ha abierto la herida que supuraba y espero que la denuncia permita conocer todo detalle de esta historia, indignante y humillante para cualquier ciudadano de esta Málaga que venden smart y culta.

Vaya fin de fiesta, alcalde. Con lo que usted ha sido.