Desisto de exponer en 450 palabras 25 años de trabajo de Prodiversa, pero intentaré trazar un paralelismo sobre la sociedad que éramos en el punto de partida y la que hoy somos. Nacimos en una sociedad con sensación de cambios importantes: tecnológicos, científicos, económicos y sociales y, pese a la crisis del 92, estos cambios presentían el camino hacia una sociedad mejor.

Pretendíamos en aquel momento participar en la construcción de esa sociedad, en la acogida de personas de otros países en busca de una oportunidad cuando aún teníamos más emigrantes. También nos implicamos en la Cooperación Internacional como forma de seguir reivindicando el movimiento del 0,7% del PIB para la acción exterior, aquella especie de 15-M de 1994 (movilización y acampadas en todo el país) que, aún hoy, sigue reivindicando esa cifra como deuda histórica hacía los países empobrecidos y en vías de desarrollo como consecuencia de la (des)colonización.

No fue romanticismo o utopía, sobre todo era poner en práctica valores como la igualdad, los derechos sociales, políticos y económicos de las personas y los territorios más marginados y la justicia social. Valores progresistas de la izquierda social que tenían, y tienen, vigencia aún hoy para Prodiversa.

Y así llegamos al siglo XXI, generando propuestas y acciones que ayudaban a crear mejores condiciones y esperanza a la exclusión y la pobreza. La sociedad se acostumbraba a excesos en lo económico, en la producción de bienes y en la información, latía el sentimiento de globalización, de aldea global y el bienestar global. Así, nos llevaron a aceptar las teorías del fin de la historia y al fin de las ideologías… ¿Qué iba a ser de Prodiversa en el mundo de las marcas blancas, de los movimientos sociales apolíticos y de la fiesta non stop?

En 2007 llegó la respuesta en forma de crisis y el espejismo del eterno bienestar se desplomó. Desempleo, recortes sociales y de derechos, todos los servicios públicos en peligro y un mensaje institucional de que, nosotras, las personas humildes y trabajadoras, habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Lo que más faltó en el siglo XXI eran valores e ideología. Como describió Galeano, promovimos desaforadamente la cultura del envase y dimos más importancia a la fiesta nupcial que al amor.

Respondió Prodiversa multiplicando propuestas cuando menos eran los recursos y, concluimos, que nuestro trabajo no podía ser solo en «lo social»: La gran lucha era devolver la herramienta de la economía a las personas: la economía social.

Hoy como sociedad, después de la angustiosa crisis, tenemos que elegir qué camino a seguir es el adecuado. Prodiversa está convencida de que «no existe otra opción que cuestionarlo todo», con las ideas y la acción.

* Juan Carlos Espejoes presidente de Prodiversa-Progreso y Diversidad