Está muy bien que vuelva a hablarse de justicia social, pero en esto la izquierda siempre ha sido algo simplista. Hace ya mucho, un libro (de Anthony Giddens, creo) me abrió los ojos, al demostrar la falta de movilidad entre clases en una sociedad, la británica, entonces aún bastante igualitaria: pocas veces los hijos salían de la clase de sus padres. Un estudio de la OCDE aporta datos estremecedores sobre el asunto: una mayoría de estudiantes de familias sin estudios universitarios heredan ese estatuto en España. Conviene reducir las diferencias entre clases sociales, o al menos evitar que se agranden, pero debería importar más aún aumentar la circulación, rompiendo las barreras que perpetúan las clases y avanzando hacia una meritocracia efectiva. El mejor servicio a un país, y ya no sólo a la justicia social, es que todas las inteligencias y capacidades puedan desarrollar su potencia.