Al escritor Italo Calvino lo conocí recién iniciada la década de los 80 de la mano de nuestro preclaro poeta, narrador y dramaturgo Francisco Fortuny; fue en ese tiempo cuando me sumergí en su trilogía llamada Nuestros antepasados, la cual profundiza de forma alegórica en la representación del hombre contemporáneo. Forman parte de ella tres novelas: El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente, siendo quizás la segunda de éstas la más renombrada fruto de un período de frustración ideológica del autor italiano.

Continúe ensimismado por su dilatada creación: novelas, cuentos, ensayos, percibiendo su evolución desde las corrientes más vanguardistas, la exploración psicológica y surrealista hasta concluir en la fascinación por la sociología, publicando títulos tan notables como Las ciudades invisibles. En este libro Calvino nos sugiere que la narración puede crear urbes pero no puede destruir «el infierno de los vivos», ese orco asentado a nuestro alrededor.

Este averno parece estar instalado en el proyecto de transformación de la Alameda Principal de Málaga, el cual continúa su avance sin que la Junta de Andalucía clarifique aún su compromiso para la ejecución de la reurbanización del lateral norte, perjudicado por los trabajos de construcción del Metro, o se incline por requerir al Ayuntamiento para que acepte esta etapa de la actuación. Es un tanto paradójica esta demora por parte de la Junta en esta fase de la reforma, teniendo en cuenta que hace varios meses ambas administraciones mantuvieron conversaciones en la resolución de la misma.

«¿Dónde está el plano que siguen, el proyecto?€ Cae la noche sobre la obra en construcción. Es una noche estrellada. -Éste es el proyecto-». Las ciudades invisibles.