El concejal de Ordenación del Territorio, Francisco Pomares, se encuentra, junto con su compañera de corporación y fatigas Dª. Teresa PorrasTeresa Porras, en el ojo del huracán tras la movida sesión de la Comisión de Investigación referente a los expedientes derelictos de la promoción Villas del Arenal. Su natural prudencia, atendidos los hechos, las declaraciones efectuadas por los funcionarios en la citada comisión y las propias del Sr. Pomares, le han llevado a considerar que las peticiones de cese manifestadas son «un piropo» a su «buen hacer y profesionalidad». «Algo estamos haciendo bien cuando la oposición intenta tapar tu buen hacer y tu buena profesionalidad» ha dicho textualmente.

Silvia siempre me pone como ejemplo gráfico de la soledad, de la que impregna como brea, a una señora a la que oyó contar en algún programa de radio que ella para poder ponerse una crema antinflamatoria en la espalda tenía que embadurnar el quicio de la puerta y luego frotarse contra él. Y así, Pomares es el señor que se aplaude solo, que se da las palmaditas en la espalda y que pone buen hacer y profesionalidad en el quicio de la puerta de la Gerencia Municipal de Urbanismo, y luego se lo aplica él mismo, ante la mirada estupefacta incluso de sus propios adeptos, porque hay no pocos votantes del PP que no comulgan con triles en los expedientes sancionadores ni con las sacadas de pecho, cuando lo que procede es ir hacia la salida cantando bajito.

Cuenta, en todo caso, con el apoyo implícito del Sr. Alcalde y así, sobre su cese o dimisión (ay, qué risa), dejó dicho a quienes la piden que «Si quieren cambios, que la hagan en las urnas» (sic). Deja el alcalde estar a uno de quienes más agigantan su figura, pero también a uno de los que más le van manchando el expediente. Puede que sea la soledad, otra vez.