'La tercera caída de Carmena', por Juan Gómez Vadillo

Hasta Ratzinger, hombre de recia contextura, decidió su histórica dimisión tras caerse en plena noche en el baño. Carmena, en cambio, cuya patente frágil contextura llevó a otros pedir su dimisión casi desde el principio de su mandato y ella misma a afirmar que no intentaría renovarlo, sigue ahora empeñada en renovarlo tras su tercera caída, es decir, entre muchos otros evidentes achaques, su tercer ingreso hospitalario. Y todo porque cuatro gatos, concejales ciegos de ambición como ella, le han convencido de que insista, contra la más cruda evidencia física. Algún despistado o interesado dirá que me ensaño con Carmena, a la que en su día voté. Es lo contrario: ella es la que se ha ensañado con millones de nosotros, creando controversias inútiles a derecha e izquierda, faltando descaradamente a sus promesas electorales y convirtiendo en un martirio diario, con obras interminables que se convertirán en perpetuas, la vida de las docenas de miles de personas que vivimos o trabajamos, al menos parcialmente, en el centro de Madrid.