Veo la infografía del Bernabeu, tal como quedará tras la reforma, y parece un enorme cofre de techo para coche. Es una visión positiva, pues esos cofres me gustan tanto que alguna vez he estado tentado de comprar uno, aunque no lo necesite. Únicamente me produce algo de claustrofobia, pensando en 100.000 personas metidas ahí dentro, reciclando en circuito cerrado sus humores y pasiones. ¿No habría modo de captar toda esa energía, transformarla en electricidad y conectarla a la iluminación del estadio, sin pasar por la red? La luz sobre el campo dependería de la pasión que exteriorizaran los espectadores, subiendo o bajando (hasta quedar incluso a oscuras) en función de esa fuerza. El público dejaría de ser sujeto pasivo, para convertirse en protagonista. En tiempos de populismo hay que inventar cosas para que esa energía se distraiga, y no disturbe los campos magnéticos principales.