Tuve la suerte de escuchar a Manuel en la sala de espera del centro de salud. Él llevaba una hora esperando, yo acababa de llegar, era más del medio día. A los buenos días sólo respondió «a primera hora». Tengo que reconocer que no le encontré mucho sentido a lo que dijo y lo obvié sin más. A primera hora, repitió pasados unos minutos sin que nadie de los que también esperaban se inmutara, seguro que ya lo habían escuchado antes. Sus caras asentían con resignación. ¡Hay que venir a primera hora!, esta vez Manuel fue más explícito. Casi por compromiso pregunté porqué y en su respuesta no fue parco en palabras. Manuel sabe que su médico, y el mío, no puede ver cien pacientes al día. Sabe que al final de su jornada «ese hombre» no puede rendir, cien pacientes son muchos para hacer bien su trabajo. Los demás, mostrando comprensión, volvieron a asentir con la cabeza. Cuanta razón tenía Manuel, a primera hora el diagnóstico es más fiable, cien son muchos para una persona en un día.

No pude resistir empatizar con Manuel, le respondí ¡Cataluña! Al principio puso cara extraña pero enseguida entendió que escondía algún mensaje que no captaba. Aragón, País Vasco, y seguía sin entender. Cualquier comunidad menos Andalucía Manuel, aquí es donde menos camas por habitantes tenemos, y dentro de Andalucía, Málaga la que menos. No pretendía con ello convencer a Manuel para que se traslade a otra comunidad caso de necesitar hospitalizarse, pero él enseguida apuntó que a su edad ya no entraba en sus planes cambiar de ciudad, que esperaría su turno en la lista de espera. Pero esta vez no asintió, su conformismo se sublevó. No entendía porqué aquí teníamos una sanidad peor. No es justo, dijo. Y no lo es.

Como tampoco es que en verano si enfermas no haya sustituciones suficientes ni refuerzos, como tampoco es que en quirófanos, médicos y enfermeros Málaga esté a la cola de Andalucía y de España. Sin embargo, en agresiones a trabajadores de la sanidad estamos los primeros, y Manuel enseguida dio con la clave: esto no funciona, la gente se desespera, se crispa y aflora su agresividad con el que da la cara, los que trabajan aquí. Esa fue su explicación, tan cierta como injustificable. Hay que venir a primera hora y escuchar a Manuel, a los usuarios y a los profesionales, saben los que dicen, lo viven a diario. Ellos no mienten, los que mienten son los que desmienten.