'Alfombra de terciopelo', por Bartolomé Florido

En esta queridísima y sufridísima Andalucía no tenemos remedio. Desde hace siglos las instituciones andaluzas colocan alfombras de terciopelo a todo aquel o aquello que viene de fuera y rocía con cal viva a los que están dentro. Este "agasajo" va dirigido a la Junta de Andalucía, Diputaciones, Ayuntamientos, Mancomunidades, etc. Que los andaluces somos envidiosos y poco solidarios, eso lo sabe hasta el más "listo" de mi pueblo, que tiene una bicicleta con 200 banderas del mundo y 11 timbres. Y, además, ha jurado por sus muertos que al que le toque la bicicleta lo rajada de arriba a abajo. En esta querida tierra nuestra si vas a una administración pública, o privada, si tienes acento andaluz estás perdiendo puntos para conseguir el empleo. Cuando vienen colectivos forasteros de dentro o fuera del reino, nuestras instituciones pagan con nuestro dinero todas las necesidades que éstos colectivos necesitan disfrutar, incluidas mariscadas en La Carihuela. Cuando nuestras instituciones salen para promocionar Andalucía fuera de nuestro territorio, tienen que llevar la chequera con fondo suficiente porque tenemos que pagar hasta el agua que bebemos. Si te revelas como ciudadano y dices públicamente la verdad sobre la discriminación que sufren los andaluces y expones los agravios comparativos te estigmatizan y te conviertes en persona no grata dentro de tu propia casa. Tendría cientos de situaciones que exponer respecto a lo poco solidarios, cainitas y envidiosos que somos. Rozando la rufianería. Somos como decía mi padre, que en paz descanse, que vivió guerra, campo de concentración y Legión. "Somos la alegría en casa ajena". Y los valores y buenos sentimientos que podamos tener los tenemos escondidos en un cofre con muchas llaves.