La verdad, veo bien que los restos de Franco vayan a parar a la cripta familiar de la Catedral de la Almudena, un espacio equívoco y contradictorio como pocos, en lo arquitectónico, en lo eclesiástico y en lo simbólico. Como catedral es y no es, pues depende de la archidiócesis de Toledo, y fue concluida gracias al apoyo laico de Felipe González, que organizó la última cuestación institucional y financiera. Para rematar contradicciones, el mecenas González fue pitado por los fieles el día de la inauguración, en 1993. Encima su fachada principal no da a la calle, sino a una plaza interior. Desde un punto de vista arquitectónico es de un eclecticismo formidable, sin meterse en líos historicistas ni en experimentos vanguardistas, como otras catedrales modernas. Siendo una catedral que no dice nada a casi nadie, dejando a Franco en ese limbo no habrá ya más desentierros ni traslados.